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Concurso de cuento infantil

PEDRITO BOTERO


ANTOLOGÍA
2005 - 2015 »SELECCIÓN«
arriba

2015

TEMA LIBRE

niño

ÍNDICE

» La bruja de las letras mágicas

Abril Mejía Ramírez

Ganador

» Un sueño inolvidable

Gabriela Alejandra Montenegro Cortés

Ganador

» La aventura de la virgen

Alejandro Giraldo Chaux

Finalista

» La bicicleta

Salomé Tabares Gómez

Finalista

» Aventuras de una familia

Esteban Fernández Restrepo

Finalista

» A través de la ventana

Sofía Mendivelso Guerrero

Finalista

PRESENTACIÓN

Antoine de Saint Exupery dijo una vez que “Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)”. Quienes sí tenemos la fortuna de recordarlo, lo hacemos a menudo con nostalgia, pensando en aquella época maravillosa donde cada minuto era una aventura y el futuro aun representaba un misterio por descubrir.

Hace un par de años, rebuscando entre algunas cajas viejas, me topé con un cuento que escribí en la infancia. Me senté a ojearlo, con la curiosidad de un lector que se encuentra un libro por primera vez. En la última página, como conclusión final, dejé constancia de mi deseo de convertirme en escritora cuando creciera. Pero, como casi todos los sueños de la infancia, éste fue quedando olvidado con la llegada de la adolescencia, esa etapa en la que todas las ideas se desordenan y nada parece tener pies ni cabeza. Se me olvidó que quería convertirme en escritora, pero, curiosamente, nunca dejé de escribir. Recuerdo que durante la mayor parte de mi niñez escribí sin descanso, no solamente en los ratos libres, sino en cualquier instante en donde encontrara el silencio adecuado. Y no con la intención de publicar alguna vez, sino por el simple placer que me producía el sentarme en un rinconcito apartado con un lápiz y un pedazo de papel. Muchos años después descubrí, con cierta ironía, que mis primeros escritos están plagados de una dislexia que nadie se tomó la molestia de corregir. Escribí todo tipo de cosas: poemas, ensayos, pensamientos sueltos, cuentos y novelas, la mayoría inconclusos.

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Pero había algo más que ocupaba la mayor parte de mi tiempo: la ilustración. Probablemente las descubrí simultáneamente. Dos lenguajes diferentes para expresar lo mismo. Esta necesidad de escribir e ilustrar constantemente me permitió disfrutar de muchos momentos que, de otra manera, habrían resultado aburridos. Pero también me causó algunos problemas, especialmente cuando los profesores hacían preguntas que yo no sabía responder porque me encontraba perdida en otros mundos que a mí me parecían más interesantes. Cuando no estaba haciendo dibujitos en el pupitre, estaba escribiendo por la parte de atrás del cuaderno; y cuando no estaba escribiendo, estaba leyendo algún libro de vampiros o de dragones; y cuando no estaba haciendo ninguna de esas cosas, estaba distraída pensando en algo para ilustrar, para escribir o para leer.

Cuando leí los 246 cuentos escritos por niños, que fueron seleccionados entre 3498, se me vino a la mente la frase de El Principito, porque cada texto me transporta a mi propia infancia, me recuerdan a esa niña que deseaba ser escritora cuando creciera. Dentro de los 24 cuentos seleccionados y los dos ganadores, descubrí una vez más que los adultos que no recuerdan que alguna vez fueron niños, jamás podrán escribir historias tan fascinantes, pues solo los niños pueden encontrar lo inverosímil en lo cotidiano, lo chistoso en lo macabro, lo sublime en lo trágico. Solo ellos pueden despertar emociones tan fuertes con palabras sencillas. Su versión del mundo es más acertada que esa que los adultos han querido construir para ellos. Y es que las letras que componen estos cuentos no son solo fantasía, son realidades que se tejen a su alrededor, mezcladas con lo maravilloso de su inocencia. Son la suma de sus sueños y sus deseos, pero también de sus miedos y sus preocupaciones. Son la vida vista con los ojos de los que aún saben que el futuro es un misterio por descubrir.

Valentina Toro G.

Jurados:

Natalia Ballesteros
Valentina Toro
Diego Alejandro Ruiz

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ganador




LA BRUJA DE LAS LETRAS MÁGICAS

Abril Mejía Ramírez - 7 años
Colegio San José de las Vegas (Medellín)

Casiopea era una bruja que hacía pociones con letras. Un día hizo una poción. En una olla muy grande y negra echó las siguientes letras: m-u-r-c-i-é-l-a-g-o-s.

Y salieron 1, 2, 3, 4, 5, 6 murciélagos. Luego echó la L-e-o-p-a-r-d-o-s y salieron 1 y 2 leopardos. Ahora, les dijo la bruja, traigan libros y letras o los cambiaré por lobos.

Casiopea tenía el pelo rojizo y un poquito de rosa en su vestido negro. Su castillo era verde azul y sucio porque le daba pereza limpiarlo.
Un sábado oyó un toc, toc. La bruja abrió la puerta y apareció un muchacho.

Ahora, les dijo la bruja, traigan libros y letras o los cambiaré por lobos.

—Sí. ¿Qué quieres? — dijo la bruja.
—Vengo por un conejo mi lady.
—¿Yo mi lady?
—Pues sí.
—¿Es qué tengo pinta de reina? Yo no soy capaz de hacer nada dulce.
—Pero si eres una bruja.

El muchacho le rogó que intentara hacerlo, pero la bruja no tenía letras para hacer cosas dulces, así que el muchacho le llevó libros para que tuviera muchas letras.

Cuando Casiopea encontró la primera D, hizo un conejo dulce y tierno. El muchacho quiso nombrarla princesa de la magia con tan impresionante truco, pero la bruja no quiso.

—Si me haces princesa solo me odiarán más. Al muchacho le parecía que ser príncipe o princesa era muy bueno, pero Casiopea volvió a rechazar la oferta.

Después vino una señora y dijo:
—Exijo que me den un dragón.
dragon Casiopea le susurró en el oído al muchacho ¿quién se cree que es?
La dama le repitió a la bruja:
—¡Que quiero un dragón!
Casiopea le dijo que no lo iba a hacer porque:
—Uno: porque incendia el castillo. Dos: porque alguien sale herido y no quiero que eso pase y tres: porque se queman las letras.

La mujer le dijo: bien eres una cobarde y Casiopea pensó: y tú una creída.
Al día siguiente un señor le dijo a la bruja: dame armas, y tú el muchacho de allá me las traes. Se rió con risa molesta, así: ja ja já. Pero el joven y Casiopea lo echaron.

Un día Casiopea, se dijo: lavaré el castillo, está muy sucio y creo que por eso la gente cree que hago cosas malas.
—Tú, muchacho, coge dos r, dos o, una b, y una t. rápido.
Sí, no se los había dicho, el muchacho se había quedado como ayudante de Casiopea.

Un día Casiopea, se dijo: lavaré el castillo, está muy sucio y creo que por eso la gente cree que hago cosas malas.

Casiopea refunfuñó porque el muchacho se estaba tardando mucho, cuando llegaron las letras empezó a preparar su poción y salió de la olla un robot.

—¿Y esa cosa para qué nos va a servir y por qué tiene una esponja?
—El robot va a lavar el castillo
—¿Qué? ¡Estás loca Casiopea!. El muchacho le gritó a Casiopea alarmado
—Sí.
El robot lavó el castillo. La gente lo vio limpio y todos empezaron a pedir cosas buenas.

Casiopea se cansó y le ordenó al muchacho y al robot que hicieran libros y sobretodo varitas con las que podían escribir, para que todos se hicieran sus animales y lo que quisieran. Y Casiopea y el muchacho juntaron unas letras, hicieron un carro rojo y se fueron juntos.

FIN
ganador

UN SUEÑO INOLVIDABLE

Gabriela Alejandra Montenegro Cortés - 11 años
Comunidad Colegio Jesús Marías (Medellín)

Era una noche muy fría. Escuché que mis papás estaban despiertos en el cuarto de al lado. -¡Qué extraño!- pensé. Ellos normalmente duermen profundamente toda la noche, a no ser que algo muy importante o grave estuviera pasando. Por el tono de la voz supe de inmediato que algo trágico sucedía. Así que me levanté de mi cama, no pude calzarme las pantuflas, pero no tenía mucho tiempo para ello. Tampoco llevaba puesto mi collar de nacimiento, como siempre lo hacía, pero salí corriendo como pude porque presentía que era algo más grave de lo podía imaginar. Al salir de mi cuarto vi a mi mamá Laura llorando, igual que a mi papá Carlos. Para no interrumpirlos, me puse detrás de la pared y traté de escuchar lo que decían, aunque no era muy claro, entendí algunas frases:

Ellos normalmente duermen profundamente toda la noche, a no ser que algo muy importante o grave estuviera pasando.

—Carlos, no debí haber dejado que se fuera. Todo es culpa mía.
—No es así, Laura. No es momento para buscar culpables, no hay nada que podamos hacer ahora.
—Ni siquiera alcanzó a despedirse. ¡Qué tristeza! Ella estaba muy emocionada.
—Lo sé.

Al momento escuché varias llamadas telefónicas de algunos familiares, reconocí en una de las conversaciones que mi mamá hablaba con mi tía, mis abuelos y algunos primos, excepto con mi hermana Carla. Así que empecé a sospechar que se trataba de algo que a ella le había pasado.

Hace un tiempo había escuchado que mi hermana, al terminar sus estudios, se iba a trabajar al campo, en la hacienda de mis abuelos, pero antes iría a visitar a mi tía, así que nunca pensé que podía pasarle algo malo allá. Creí que se trataba de solo un cambio de planes y que mi familia se decepcionó porque ella ya no quería el trabajo con los abuelos. Pronto ya no escuché más voces mis padres callaron, yo me tranquilicé y regresé a la cama, tenía un fuerte dolor de cabeza y mucho cansancio.

hermanas

Al día siguiente me levanté, me extrañó que no hubiera nadie en mi casa. Me arreglé y vi una nota de mi mamá que me tranquilizó mucho, decía que me quería mucho y que no me preocupara, que todo estaba bien, que pronto volveríamos a estar juntos y estaba firmada por un beso. Por la tarde llegaron todos mis familiares vestidos de negro. Primero me preocupé, nadie me decía lo que estaba sucediendo. Carla mi hermana era la única persona ausente. Recordé que ese día se celebraba el carnaval de negros y blancos. Todos los años nos vestíamos de negro para salir a jugar y mi hermana debería estar festejando.

Eso lo explicaba todo. Yo le reclamé por no haberme invitado, pero no me prestaban atención, nadie me miraba siquiera, estaban hablando solo entre adultos, como era su costumbre, y eso me molestaba. Así que me encerré en mi cuarto y decidí que tampoco les iba a dirigir la palabra. Pero ¿dónde estaba Carla? No contestaba el celular, tal vez estaría viajando.

Antes de salir a ver el atardecer, como acostumbro hacerlo todos los días, se habían ido todos de la casa. Sentí un gran vacío, extrañaba mucho a mi hermana. Tomé mi libro favorito y me senté debajo del árbol más grande del jardín de mi casa. No alcancé ni siquiera a abrir el libro porque me quedé dormida profundamente. De repente empecé a tener un sueño muy extraño.

Soñaba que estaba en mi habitación, se escuchaban voces y ruidos afuera y me levantaba para ver qué pasaba. Veía que mi hermana estaba empacando para irse a descansar donde mi tía y yo le pedí a mi mamá que me dejara ir con Carla. Yo le suplicaba hasta que lograba convencerla. Con mucha alegría me alegraba me ponía el vestido azul que me regaló Carla en navidad y mis botas de cuero, mis favoritas. Me colocaba el infaltable collar de nacimiento y pronto tenía empacadas todas mis cosas.

Soñé además que abordábamos el avión con rumbo a la ciudad donde vivía mi tía. El cielo se veía muy bien desde lo alto, yo tenía un profundo anhelo de volar.

A las cuatro de la tarde mis padres nos estaban dejando en el aeropuerto. Soñé además que abordábamos el avión con rumbo a la ciudad donde vivía mi tía. El cielo se veía muy bien desde lo alto, yo tenía un profundo anhelo de volar, de llegar por mi propia cuenta a ese firmamento azul. Cuando aterrizamos nos esperaba en el aeropuerto mi tía Jessy con los brazos abiertos. Yo la abrazaba mientras tanto ello nos llevaba al auto del abuelo Pablo. Al llegar a la casa de mis primos nadie nos esperaba como de costumbre. Jessy me decía que todos estaban haciendo compras para nuestra bienvenida y mientras llegaban podríamos ir desempacando, arreglando las cosas y si terminábamos temprano podríamos salir a jugar al parque de las luces. Después de organizar mis cosas salí a recorrer el camino de piedras que había detrás de la casa de mis primos. Tenía un paisaje muy hermoso, como todo aquello sucedía en este sueño, y por admirarlo tanto no me daba cuenta de una grieta en la tierra, tropezaba con ella y caía montaña abajo. Me asustaba mucho, ya que no tenía de dónde sujetarme. Pensaba que iba a morir, alcancé a agarrar una raíz de un pino pero tampoco detenía mi caída. Antes de desmayarme por el fuerte dolor de cabeza que me ocasionaba la caída, podía ver que estaba junto al río. Podía saber que aún no había muerto porque mi corazón latía tan fuerte que sentía como si lo tuviera en el cerebro. Nadie sabía dónde estaba.

Pronto me encontré dentro de una ambulancia y extrañamente me veía desde arriba, dormida pero sonriente.

Cuando desperté de mi sueño vi que estaba justamente en la orilla del río que había acabado de soñar. Salieron unas personas de una casa para auxiliarme. Para sorpresa mía eran mis primos y pronto entendí que todo era cierto. Mi hermana Carla también llegó corriendo y me preguntaba si estaba bien y por mucho esfuerzo que yo hacía para hablarle, ella no me escuchaba. Por mucho que quería consolarla, ella lloraba. Por mucho que quería abrazarla, Carla se alejaba. Pronto me encontré dentro de una ambulancia y extrañamente me veía desde arriba, dormida pero sonriente, inclusive cuando esos fuerte electroshocks en mi pecho me llamaban, yo seguía sonriendo y cuando llegué al sitio más frio del hospital, en la noche más fría de mi vida, vi como mis padres y Carla me abrazaban y besaban. Yo seguía sonriente. Carla se ponía mi collar de nacimiento mientras que yo seguía sonriendo, sin importarme nada de lo que pasara porque estaba junto a ellos. También pude ver como una pequeña lágrima brotaba de mi ojo izquierdo y comprendí que era la despedida.

FIN
finalista

LA AVENTURA DE LA VIRGEN

Alejandro Giraldo Chaux - 10 años
Instituto Musical Diego Echavarría (Medellín)

Hace 20 millones de años A. C. existía una niña llamada Virgen, aunque todos la llamaban virgencita, ella era muy cariñosa, amigable y trabajadora. Un día su madre le pidió ir al pueblo a entregar un burro, el pueblo era especial porque ahí estaba Dios. Virgen caminó durante horas, días, hasta meses pero al final llegó al pueblo, ella sorprendida por lo lindo que era el pueblo no se dio cuenta que Dios estaba allí. Ella con timidez le entregó el burro a Dios y Dios agradecido le dijo a virgencita: “por esta entrega tendrás un regalo, solo te pido ser paciente”.

El chico respondió: me llamó Pedrito Botero y vengo del cielo porque yo he muerto y ahora ayudo a la gente.

Después de varios años la Virgen ya era adulta, ella perdió el entusiasmo hacia el regalo, pero de repente sintió un dolor en el estómago y ella pensó: será el regalo de Dios, ella pensaba en un hijo, pero lo que ella no sabía era que los que no creían en Dios querían impedir tener a ese hijo, entonces, de repente apareció un chico en una máquina del cielo, la Virgen asustada preguntó: ¿Quién eres? El chico respondió: me llamó Pedrito Botero y vengo del cielo porque yo he muerto y ahora ayudo a la gente, la virgen respondió: así que eres como un ángel, ¡exacto! Respondió Pedrito. Pedrito cambiando de tema le dijo a la virgen: “los que no creen en Dios te quieren capturar para impedir que tengas el hijo”, ella quedó sorprendida y la virgen preguntó: ¿Qué debo hacer entonces? con tono asustado, Pedrito dijo: toma esta diadema de oreja y nos comunicaremos.

virgen

Pedrito le explicó rápido el plan y empezó la acción, lo primero que tenía que hacer era ir al castillo del rey. Ella preguntó: ¿Qué tengo que hacer adentro?, tienes que ir al núcleo del castillo, dijo Pedrito. Virgen dijo, ¡Ok! Pero ¿Cómo se supone que voy a entrar?, Pedrito dijo: “no te preocupes yo me encargo” y de repente llega Pedrito a atacar a los guardias y ella pasó rápido, pero un guardia vio a Virgen correr hacía el castillo, el guardia rápidamente reaccionó y fue tras ella, él agarró a la virgencita, Pedrito vio y fue a ayudarla, la ayudó, pero lo que no sabía Pedrito era que había un guardia detrás que golpeó a Pedrito y él cayó al suelo, Virgen no logró ver nada porque estaba inconsciente pero cuando despertó no vio a nadie, sólo vio cómo se llevaba a Pedrito al calabozo, así que Virgen fue al calabozo. El problema fue que había otro guardia, ella pensó rendirse pero Dios le susurró y le dijo: “no te rindas, tú eres una mujer valiente y especial así que tú puedes”. Ella se armó de valor y rápidamente cogió las llaves, el guardia se dio cuenta y en lugar de perseguirla activó una palanca y salieron dos leones, ella asustada saltó por una pared y se subió a un león y como ella conocía como amaestrar a los animales, intentó amaestrar al león y le funcionó, y los leones hablaron entre sí y atacaron al guardia. Virgen fue a liberar a Pedrito, el problema es que las llaves se rompieron porque los leones las pisaron, así que ella mandó a los leones a romper la jaula y la rompieron.

Ella pensó rendirse pero Dios le susurró y le dijo: “no te rindas, tú eres una mujer valiente y especial así que tú puedes”.

Pedrito y Virgen se fueron montados en el león, fueron rápidamente al núcleo y ahí estaba el rey, pero fue rápido a quitarlo de ahí, con el león quitaron al rey del centro y Pedrito dijo: “ahora tienes que pincharte con esto para que nadie pueda impedir tener al hijo”. La Virgen aceptó que la chuzaran, fue un pinchazo rápido, y de repente ella sintió un dolor en el estómago, sentía como si un escudo se estuviera transformando en el estómago. Después de toda esta locura pasaron varios meses y el niño nació, Virgen agradeció mucho a Pedrito por ayudarla a tener su bello hijo.

Pedrito Botero al final se fue de ese tiempo para volver al cielo. Virgen cuando tuvo al hijo decidió llamarlo Jesús y como apellido le puso Botero, le puso Botero como apellido por el agradecimiento a Pedrito.

FIN
finalista

LA BICICLETA

Salomé Tabares Gómez - 8 años
Institución Educativa Ignacio Botero Vallejo (El Retiro) bicicleta

Había una vez una bicicleta en un almacén de color violeta con unas flores y canasta, todos los días un niño de nombre Pedrito pasaba por el andén de aquel almacén y observaba la bicicleta y decía mentalmente esta bicicleta será mía y le pondré el nombre de caballito mágico, ya que, podré llegar más rápido a la escuela y a mi casa para jugar con mis amigos y mis juguetes, montaré en ella a mi perra luna y mis amigos Juan y Salo.

Pedrito le respondió que él deseaba mucho un gran caballito para poder ayudarle a su mamá a llevar el mercado a casa.

Cuando Pedrito a la casa le dijo a su mamá que si podía abrir la alcancía para saber cuánto dinero tenía, su madre le ayudó y contaron el dinero, Pedrito tenía un ahorro de $150.000 y la bici costaba $200.000; la mamá de Pedrito le preguntó que porqué tanta insistencia en saber cuánto dinero tenía en su alcancía. Pedrito le respondió que él deseaba mucho un gran caballito para poder ayudarle a su mamá a llevar el mercado a casa, su mamá se asustó y le dijo: ¡Pedrito! Un caballo es muy costoso y no tenemos dónde tenerlo en casa, Pedrito se sonrió a carcajadas y exclamó: ¡no te preocupes que con los mandados que le hago a don José el de la tienda voy a ajustar lo que me falta y te montaré mamá en ella!, la mamá le dijo: ¿cómo Pedrito vas a cuidar de un caballito si tiene muchos cuidados y gastos, Pedrito volvió a sonreír y dijo: no mamá mi caballito es mágico porque tienes ruedas, flores y canasta. La mamá de Pedrito se emocionó mucho que saltó de su mejilla una lágrima de felicidad de ver como su hijo no le pedía nada sino por el contrario realizaba cuentas de cuánto dinero le hacía falta para completar y poder comprar su bicicleta. Al otro día cuando Pedrito venía de la escuela como siempre y pasaba por aquel almacén se entristeció cuando vio que la bicicleta ya no estaba, se fue muy triste para la casa y se fue pensando que dónde conseguiría otro caballito mágico. Cuando llegó a casa se sorprendió porque su papá y su mamá estaban en casa a esa hora y la mamá le preguntó: hijo, ¿cómo vas con tu ahorro para tu caballito mágico? Pedrito les dijo: bien pero ya no está en aquel almacén, ya la han vendido. La mamá lo abrazó muy fuerte y le dijo: no te preocupes que encontrarás otro caballito y ve a tu cuarto, cámbiate y baja a comer, cuando Pedrito abrió la puerta de su cuarto encontró a su caballito mágico que iluminaba toda su habitación sus ojos brillaron y sus padres detrás de él emocionados de verlo. Pedrito salió a mostrarle su bici a todos sus amigos y diariamente viaja en su caballito mágico rumbo a la escuela.

finalista

AVENTURAS DE UNA FAMILIA

Esteban Fernández Restrepo - 11 años
Liceo Salazar y Herrera (Medellín) Érase una vez una familia: Laura la madre, Francisco el padre, Catalina la hija menor y Esteban el hijo mayor.

Ellos iban a hacer un picnic, pero Catalina y Esteban nunca habían ido a uno; Esteban creía que eso era aburrido, y como a donde iban había mucho espacio, entonces pensó en llevar 5 pelotas para Max el perro, ya que a él le gustaba esconderlas. Cuando Catalina se enteró de la noticia le pareció una excelente idea y empacó una lata de frijoles por si de pronto les deba hambre.

familia en carro

Al día siguiente empacaron y se pusieron en marcha; al llegar allí encontraron la canasta vacía, y todos se preguntaron; ¿y la comida? En ese momento se dieron cuenta que Max se la había comido toda; por suerte, había muchas frutas en la región y cada uno seleccionó una: Laura cogió una manzana, Francisco un kiwi, Catalina la hija, cerezas, a Esteban le llamó la atención una que nunca había visto, y cuando la iba a coger salió un duende.

Esteban le preguntó: ¿Y tú quién eres?
—Yo soy 7 lenguas, el protector de este árbol, me llamo así por lo mucho que puedo hablar.
—¿Y de que lo proteges?—preguntó Esteban.
—De ustedes los humanos, si la comes te pasarán cosas terribles.
—¿Cómo qué? —pregunta Esteban.
—No lo sé, solo sé que mi primo Zarpas la comió y nunca volvimos a verlo.

niños hablando

Esteban no prestó atención a la explicación tan mal dada, por el contrario cogió 5: una para Laura, una para Francisco, otra para Catalina, una para Max, y la última para él. En el instante que ellos le dieron un mordisco, todo a su alrededor se puso rojo como si fuera fuego, había lava por todas partes, no podían dejar de mirar a todos lados, de repente a su lado, había un pequeño y viejo hombre, ellos le preguntaron:

—¿Quién eres tú?
—Yo soy Zarpas.
—¡Ah!, tú eres el primo de 7 lenguas!
—Sí, y veo que ustedes también comieron la uralesa.
—¿La qué qué qué? —dijo Esteban.
—¡La que que qué no! La uralesa, es una fruta portal la cual nos trajo acá; y de una vez les advierto que de aquí no hay salida, a menos que encuentren la uredala, que es lo mismo que la uralesa solo que ésta nos lleva de regreso a la tierra, pero aquí solo hay uralesas.
—¡Alto! -exclamó Esteban-, allá veo unas uredalas, sí, hay 5 de ellas.
—Ya que ustedes son 5 si contamos a su rata grande y con mucho pelo.
—No es una rata, ¡es un perro!
—Lo que sea.
—¡Ah!, y para llegar allá necesitan ir por la cueva de los diez mil monstruos, el lago de lava, y el laberinto sin fin. O ir nadando por la lava pero se quemarían. ¡Les deseo suerte!
—Excelente Esteban, nos has metido en otro problema.
—¿7 lenguas no te advirtió? ¬ —dijo Zarpas.
—Sí, pero no le presté atención.
—Apresúrense porque tienen solo 24 horas antes de que desaparezcan las uredalas. ¡Ah! Y hay 5 de ellas, si contamos a su rata gigante con mucho pelo —dice Zarpas.

niño asustado

—Bueno andando, comencemos.
—¿Qué era lo primero? ¬—pregunta Catalina.
—La cueva de los mil monstruos —dice Zarpas.
—¿No es que eran diez mil monstruos?
—Sí, pero se han ido comiendo mutuamente, o se han muerto del hambre. Esta es la cueva.
—No se ve nada aterradora —dice Francisco
—Es porque todavía no hemos entrado.

señora hablando con niños

Un rato después dentro de la cueva…
—¿Cata me das la lata de fríjoles? ¡Tengo hambre! —dijo Esteban.
—¡Francisco, Laura, no den un paso más! —dice Catalina.

Cuando se dan la vuelta hay un monstruo de lo peor, “bann esplass” se escuchan ruidos muy extraños; era Esteban con una roca y la lata de frijoles. ¡Corran!, grita Laura; pues el Locarutus había despertado, es el nombre del monstruo. De pronto ven el final de la cueva, pero ¡saz! aparece otro monstruo, pero éste no los trata de comer, por lo contrario es amable con ellos y les dice que si quieren salir, el acertijo primero deberían adivinar.

—¿Y cuál es?—preguntan.
—Bonito por delante, algo feo por detrás, me trasformo cada instante, ya que imito a los demás.
—¡El espejo! —dijo Laura
—Muy bien pueden seguir.

Al llegar al rio de lava se preguntaron cómo pasar.
—Yo les diré.
—¿Quién eres tú?
—Soy Rocasaurio, era un dinosaurio pero me transformé en fósil. Lo que deben hacer para cruzar es darles carne a las pirañas de lava. ¡Buaccc!, en eso vomita Max el perro, todos se alejan menos Esteban que se acuerda que habían comido carne.
—¡Rápido todo vomitemos! —dice Esteban, porque hemos comido carne antes de venir. ¡Buaccc! Vomitan y se lo arrojan a las pirañas; ellas les construyeron un puente y pasan.

niños cruzando puente

Al llegar al laberinto solo les quedaba una hora, Francisco se trepa por el muro y llama al resto de la familia para que puedan juntos desde arriba mirar la salida y así no se pierdan al llegar a su destino.

familia feliz

En ese momento aparece Zarpas y les dice: ¡Han hecho trampa!, de castigo me llevaré las uredalas, además se les acabó el tiempo. Y ¡puf! desaparece con las uredalas. Todos se ponen tristes menos Esteban que le había cambiado las uredalas por las pelotas de Max.

FIN
finalista

A TRAVÉS DE LA VENTANA

Sofía Mendivelso Guerrero - 13 años
Colegio Teresiano de Envigado (Envigado)

El viento rozaba la ventana y a la vez la lluvia caía dejando un pequeño rastro en las calles de París. Desde el cielo, las calles parecían de color gris, las cuales se combinaban con los colores de las sombrillas que se formaban a través de la niebla. A su vez, el cielo parecía tratando de decirnos algo, algo que nadie podía descifrar.

Toda la gente parecía ocupada, como si nadie tuviera tiempo de parar y caer en la cuenta de lo que estaban haciendo. Nadie sabía por qué. Sólo se sabía que nadie paraba de caminar por las calles.

Toda la gente parecía ocupada, como si nadie tuviera tiempo de parar y caer en la cuenta de lo que estaban haciendo.

Yo estaba asomada en una ventana. Veía como la gente pasaba aceleradamente por todas partes. Realmente esto me intrigaba un poco, pero en realidad no significaba algo importante para alguien como yo. Sólo había una cosa que me llamaba más la atención, que con sólo verlo hacía que me despertara una intriga en mi interior, como si un recuerdo viejo volviera a mi mente. Este era la calle Vaugirad. Sabía que era extraño tener algún interés por este sitio, todos me lo decían. Pero no me importaba, lo único que quería saber era por qué nadie pasaba por esta calle.

De repente, ocurrió algo inesperado. Me quedé mirando por la ventana, tratando de entender qué había pasado. Hubo un silencio total, nadie habló. Sólo se oía un gemido que disminuía con el tiempo. De repente paró. Un corazón dejó de latir. Las nubes se llenaban cada vez más de agua y la soltaban como si estuviera llorando por lo que se había perdido. No alcancé a entender qué pasó, ni por qué. Lo único que pude entender era que alguien había muerto y que el encapuchado tenía algo que ver con esto. Lo sé porque lo vi y sí, en realidad lo vi. Vi a un encapuchado al lado del muerto. En ese momento mi cabeza empezó a dar vueltas y las preguntas no paraban de llegar a pedir posada en mi mente. No sabía qué hacer y lo que más me intrigaba era por qué fue en la calle Vaugirad. ¡A lavarse los dientes! Sonó una voz que me daba una orden. Era la voz de Agatha y con ella no tenía más remedio que hacer lo que me pedía. Al salir del baño, la ventana me estaba esperando y al volver la mirada no había nadie; como si polvillos mágicos hubieran hecho desaparecer al muerto. El encapuchado tampoco estaba y la gente caminaba como si no hubiera ocurrido nada. –Imaginaciones mías– pensé, pero en realidad deseaba que eso fuera, pues en el interior, una voz me decía que no era una fantasía, era la realidad.

No alcancé a entender qué pasó, ni por qué. Lo único que pude entender era que alguien había muerto.

¡A despertar! Una voz resonó por todo mi cuarto, pero no respondí, no me moví, no hice literalmente nada ¿por qué? Porque odio que la gente me despierte temprano los sábados, porque mi vida es sólo un caos, porque odio tener que ser huérfana y sufrir acá, porque odio a Mrs. Anderson, la o-d-i-o. Fue complicado haber tomado la decisión de no despertarme. Se ve fácil, pero en realidad no lo era. Al haber tomado esa decisión, quedé expuesta a un castigo y era de los peores para mí: tener que lavar los platos en la noche. Y sí, como lo supuse, me lo gané, pero me da igual, Mrs. Anderson se lo merecía. Merecía que por primera vez en su vida, nadie le hiciera caso; merecía que alguien como yo se revelara y pusiera las cosas en orden, a pesar de las consecuencias.

Mrs. Anderson, cómo describirla: pelo largo, mono y rizado, ojos color miel y una piel completamente blanca, y claro, ningún hombre le quitaba el ojo de encima. Pero cuando la conocí, no era como la mujer que lucía; era regañona, gritona, descuidada con sus cosas y también con nosotras. Y ¿por qué la conozco? Ese era el punto al que quería llegar. Yo era una huérfana y Mrs. Anderson era la que nos cuidaba. Donde vivía no importaba mucho, era una simple casa sucia, arruinada y con un zoológico ahí adentro, es decir, un zoológico de ratas, cucarachas, zancudos, moscas y arañas. Cada cual veía la casa desde diferentes puntos de vista: para Mrs. Anderson era el paraíso, pero para mí era un caos. En fin, era lo único que tenía, así que no me quedaba más remedio que aguantarme el reblujero. Después de haberme levantado empecé mi vida normalmente, obviamente sin olvidar el castigo que tenía para esa misma noche. Fui al colegio, jugué con Agatha pero no paraba de pensar en lo que vi aquel día; en el muerto y el encapuchado ¿quiénes eran esos dos sujetos? Me preguntaba constantemente, pero no llegaba ninguna respuesta. Luego, llegó el momento inesperado, eran las 9 p.m. y aún no había lavado los platos. Tenía miedo, no quería enfrentar a los animales que veía en la noche alrededor de mi cama, y lo peor de ellos eran las cucarachas. Las odiaba. Me bastaba con trasnochar por sus asquerosos sonidos. Así que decidida fui corriendo hacia donde estaba Agatha. Ella estaba dormida, pero la desperté de igual manera.

—¿Por qué debemos hacer esto? — preguntó Agatha. Eran las 9:30 p.m. y yo lavaba los platos con Agatha a mi lado. Agatha era mi mejor amiga desde que tengo memoria. Ella vivía conmigo en el orfanato y éramos las únicas allí. Nunca podía hacer algo sin su compañía.

Yo era una huérfana y Mrs. Anderson era la que nos cuidaba.

Debes acompañarme porque odio hacer esto sola –repliqué– Era la tercera vez que le respondía lo mismo a Agatha. No me gustaba que la gente preguntara tanto, odiaba tener que responder preguntas; pero la amistad me pedía que le respondiera. De repente, sonó un ruido que hizo que mis oídos se aturdieran. Por un momento quedé en shock, luego volvió a sonar. Era como si el sonido de una bomba hubiera caído no muy lejos y hubiera dejado la puerta de nuestra casa al descubierto. Miré a Agatha y rápidamente me di cuenta que ya no estaba a mi lado. Cuando fui a mirar que había pasado, me di cuenta que la puerta de la casa había desaparecido. Me sentía expuesta al mundo y parecía que mucha gente había estado ahí afuera esperando el momento para atacar a la puerta escondida entre las penumbras. No sabía qué hacer, sólo sabía que algo extraño había ocurrido y que lo más probable era que tenía que ver conmigo. Me senté en el sofá a esperar que Mrs. Anderson llegara y me explicara lo sucedido. Pasó una hora, pasaron dos horas y nada que llegaba. Así que decidí recostarme en el sofá. Cuando me recosté, tenía la vista perfecta del perchero. No pude creer lo que vi: la capucha estaba colgada en el perchero. Mi corazón empezó a latir rápidamente. Oí el sonido de unos zapatos que bajaban las escaleras y salí corriendo, sólo quería salir de esa pesadilla. Mis pies me llevaron hasta la calle Vaugirad, no tenía la menor idea de por qué llegué hasta ese lugar. Vi un papel en un charco, me agaché a recogerlo y a través del reflejo del agua, veo a una persona encapuchada detrás de mí. Traía una daga. La persona me cogió y me empujó contra la pared. Lista con la daga en su mano, empezó a apuntar hacia mí -¿quién eres?- pregunté con temor. Quedé sorprendida al ver a Mrs. Anderson al descubierto. Yo estaba asustada. Mrs. Anderson empezó a mover la daga cada vez más cerca de mi pecho. Pero justo antes de que me la clavara, le agarré la mano y pregunté ¿por qué me quieres matar?

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De repente, abrí los ojos. Me di cuenta que sólo había tenido un mal sueño. Al despertar, mi madre estaba justo frente a mí. Como si hubiera presenciado lo que me había pasado.

-Debemos irnos- dijo mamá, en el mismo instante en el que abrí los ojos. Alguien te va a cuidar mientras estamos fuera. Al instante sonó el timbre y fui a abrir la puerta. Al abrir, llegó una señora no desconocida para mí y me dice: Hola, mi nombre es Mrs. Anderson y vengo a cuidarte el día de hoy.

FIN
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