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Ray Bradbury

Actuar sin saber te lleva directamente al precipicio

Piensen en Julio Verne y luego en estos nombres: Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, H.C. Wells, Aldous Huxley y Orwell, ya podemos decir que dentro del relato de ficción hay una tradición, una constante entre sus relatos. La ciencia ficción es un género cada vez más atractivo como lectura y más amplio en sus posibilidades, dentro del espectro creativo y literario del relato y  la ficción.

Ciencia Ficción de carácter social, la postapocalíptica, la ciencia ficción bélica, la colonización espacial, las distópicas y las utópicas; otros podremos consideran que  los géneros han ido mudando, hibridando y transmigrando en sus relaciones y convenciones con otros contornos del universo creativo. Por lo tanto la ciencia ficción se ha amalgamado con otros géneros y corrientes artísticas que hace prácticamente imposible su separación o diferencia. También decir que ya no es un género menor, tal vez sean menos escasas, entre muchos jóvenes, que las novelas románticas del siglo XIX. 

Miembro de una familia con escasos recursos, Ray Bradbury nació en Waukegan, ciudad del estado de Illinois, un 22 de agosto de 1920. Este año conmemoramos los 100 años de su natalicio y aunque vivió la mayor parte de su vida en Los Ángeles, para los habitantes de su Estado y de su capital Chicago, Bradbury es figura y tradición literaria para sus coterráneos.  

Vivió una infancia inestable, mudándose y cambiando de lugar, hasta que por fin se establecieron en Los Ángeles. Creció pobre, tanto, que no hubo plata para que llegara a la universidad, así que se puso a vender periódicos para ayudar a sus padres. Lector voraz, el joven pasaba la mayor parte del tiempo en bibliotecas públicas, donde conoció grandes obras que lo incitaron a escribir sus primeros cuentos; el primero de ellos publicado en la revista Imagination! en 1938, mientras que un año después ya imprimía su publicación artesanal y  literaria, que los aficionados al cómic intercambiaban entre sí. 

Amante y defensor de las bibliotecas públicas, en una entrevista concedida al The New York Times el autor de Crónicas Marcianas expresó:  “Debes tener curiosidad en saber cómo fue que me enamoré de los libros. Recuerda esto: el amor es el centro de tu vida. Las cosas que haces, deben ser cosas que amas. Y las cosas que amas deben ser las cosas que haces. Eso lo aprendes de los libros. Aprendí a leer cuando tenía tres años, me encantaban las tiras cómicas, los dibujos animados los domingos; tuve un libro de cuentos cuando tenía cinco años y me enamoró leer todas esas historias maravillosas como La bella y la bestia, Juanito y los frijoles mágicos. Y así empecé con la imaginación. Cuando tenía tres años vi mi primera película y me enamoré de las imágenes en movimiento: El jorobado de Notre Dame; anhelaba crecer para ser un jorobado. A los cinco vi El fantasma de la ópera con Lon Chaney, quedé embobado. Vi una película de dinosaurios y los dinosaurios llenaron mi vida. Y entonces, a la edad de seis años comencé a leer sobre los dinosaurios.

Si llegué a trabajar en Moby Dick (Bradbury escribió el guión de la película cuando se filmó en 1953) fue porque me había enamorado de los dinosaurios cuando tenía seis años. Puedes ver cómo funcionan las cosas, cómo algo que comienza cuando tienes tres o seis o diez o doce años, llega a convertirse en tus ficciones cuando tienes treinta. Las cosas que haces deben ser cosas que amas, y las cosas que amas deben ser las que haces.

Cuando tenía seis años viajé con mi familia desde Illinois a Tucson, Arizona. Cada vez que parábamos en un hotel de ruta a descansar, yo corría a la biblioteca acompañado por las hojas de octubre silbando conmigo. Esperaba encontrar El maravilloso mago de Oz de Frank Baum, y Tarzán de Edgar Rice Burroughs, o cualquier libro que hablara de magia. Abría la puerta de la biblioteca, miraba alrededor, y toda esa gente estaba ahí esperándome. Las librerías son personas, no libros. Cada vez que abres un libro, la persona salta afuera y se convierte en ti. Miras a Charles Dickens y tú eres Charles Dickens, y él eres tú. Así que vas a la biblioteca y sacas un libro del estante y lo abres, ¿y qué estás buscando? Un espejo. De improviso hay un espejo ahí y puedes verte a ti mismo, pero tu nombre es ahora Charles Dickens. Eso es una biblioteca. Si el libro es de Shakespeare te conviertes en William Shakespeare, o te conviertes en Emily Dickinson o en Robert Frost o en cualquiera de los grandes poetas. Así que encuentras al autor que pueda guiarte en la oscuridad. Shakespeare comenzó conmigo, con Hamlet y Ricardo III. Y Emily Dickinson me condujo después, y Edgar Allan Poe dijo, “Por aquí, aquí está la luz.” Así es que vas a la biblioteca y te descubres a ti mismo”.

Ray Bradbury, se ubicó dentro de esos autores prohibidos como parte de su ideas liberales y progresistas, las mismas surgieron, brotaron y aún resuenan desde los años sesenta. Nada extraño o codificado se puede hallar dentro de un relato y de amor extraterrestre, pero que no podían escapar a la mayéutica inversa de las agencias de inteligencia que no buscan marcianos sino comunistas.

Ray Bradbury fue investigado por el FBI durante la década de 1950, publicó el prestigioso diario británico The Guardian, donde se demuestra que agentes del gobierno de los Estados Unidos (EE.UU.) entrevistaron a los compañeros del escritor, a quien mantuvieron bajo vigilancia.

Más de 40 páginas de los archivos del FBI dedicados al autor de ciencia ficción, mostraron  la obsesión que el FBI tenía con Bradbury en 1959. Solo pudieron probar que era amigo de un grupo de inconformes que venían de Marte. 

En el 2012, cuando el autor ya era un nonagenario, Bradbury aceptó la invitación de visitar Argentina en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, en ese feliz encuentro se reunió con Adolfo Bioy Casares, maestro del relato fantástico en hispanoamérica. Por Internet todavía se puede apreciar algunas imágenes de aquel fantástico encuentro; quizás uno de los últimos del embajador de los marcianos que fallecería ese mismo año. Recordemos que La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es desde aquel  momento, la feria de libros más importante del mundo de habla hispana en términos de público, con más de 1,2 millones de visitantes, y la tercera en términos editoriales, por detrás de la de Frankfurt en Alemania y la de Guadalajara en México. Lamentablemente por las medidas de la pandemia ésta no ha podido ser realizada en el 2020 como lo expresan sus organizadores. 

Para los halcones de las palabras, que muchas veces se tropiezan por los corredores de La Piloto, montando viñetas y mensajes ambiguos que construyen y que como demiurgos rompen la realidad, entonces son merecedores de estas pistas del propio Bradbury que desde su universidad,  la  biblioteca y sus lecturas siempre te  acompañan.   

Once Consejos de Ray Bradbury para Escritores Principiantes:

1. Comienza por los cuentos cortos

Para el aclamado autor, es un error comenzar por escribir novelas. En cambio, aconseja escribir una gran cantidad de cuentos cortos, pequeñas historias que, aunque no sean de gran calidad, sirven para practicar. “Te reto a escribir 52 cuentos malos. No se puede”. Según Bradbury, luego de tantos intentos, “seguramente llegará una historia maravillosa”.

2. No intentes imitar a tus autores favoritos

El autor de Crónicas Marcianas cita como uno de los errores de su juventud como escritor el intentar imitar a los autores que admiraba, entre los que cita a Julio Verne, Arthur Conan Doyle y H.G. Wells. “No puedes ser ninguno de ellos”, afirma, “puedes amarlos pero no puedes vencerlos”.

3. Aprende de los grandes cuentistas

Roald Dahl, Guy de Maupassant, John Cheever, Nigel Kneale, Edith Wharton, y John Collier son algunos de los autores que Bradbury considera maestros de los relatos breves, a quienes todo aspirante a escritor debe leer y estudiar. 

4. Atibórrate de metáforas

Bradbury se ve a sí mismo no como un gran novelista nato, sino como un “coleccionista de metáforas”. Por esta razón recomienda que el escritor principiante debe consumir obras literarias de calidad, para así ampliar las herramientas con las que luego podrá crear las suyas propias. En esta ponencia sugiere leer, todas las noches, un cuento, un poema y un ensayo de cualquier temática –recomienda especialmente los de George Bernard Shaw–. Según él, con esta rutina terminarás “lleno de ideas y metáforas” en la cabeza, las que combinadas con tu perspectiva y experiencias de vida generarán nuevas metáforas e ideas.

5. Aléjate de los amigos que no crean en ti

Si tienes personas en tu vida que se burlan de tu deseo de ser escritor, “llámalos hoy mismo y despídete de ellos”, aconseja Bradbury.

6. Visita la biblioteca con frecuencia

El autor cuenta que no fue a la universidad –no podía pagarla–, pero que en cambio “se graduó en la biblioteca”, lugar que visitaba 3 o 4 veces por semana durante 10 años. “Vive en la biblioteca, no en tu computador”.

7. Enamórate de las películas

Bradbury se considera muy afortunado de poder haber ido al cine desde pequeño, y ve a las películas, sobre todo a las antiguas, como un gran alimento para la mente.

 8. Escribe por diversión

Escribir debe ser divertido, no un “asunto serio”. Debes escribir con alegría. Si sientes que escribir una historia se convierte en “trabajo”, tirala y comienza a hacer otra cosa. “Si te queda la mente en blanco en medio de una historia, es tu subconsciente diciéndote que no le gusta lo que estás haciendo”.

9. Olvídate de ganar dinero

En su ponencia, Bradbury relata cómo, a lo largo de su vida como escritor, rechazó grandes cantidades de dinero en encargos, porque sabía que si escribía algo que no le interesaba por dinero, esto lo iba a “destruir”. “Mi esposa y yo teníamos 37 años cuando nos pudimos comprar nuestro primer automóvil”. Debes escribir lo que a ti te gustaría leer.

10. Haz dos listas

“Realiza una lista de diez cosas que amas con pasión, y escribe sobre ellas. Haz una lista de diez cosas que odies, y mátalas”. Escribe sobre las personas que odias, sobre tus miedos, tus pesadillas, y mátalas.

11. Escribe sobre lo primero que se te ocurra

“Cuando comienzo a escribir nunca sé a dónde voy, todos mis libros han sido sorpresas”. El autor recomienda empezar a escribir, a asociar palabras que te vengan a la mente. “Con suerte, al cabo de la segunda página, comenzarán a aparecer personajes” provenientes de tu “verdadera esencia”. Allí descubrirás cosas sobre ti que no sabías que tenías, “no lo sabrás hasta que no lo pongas a prueba”.

Ahora podemos leer de Bradbury por los canales de internet  un número considerable de sus más de 60 relatos cortos, parte de sus 10 novelas, unos pocos versos de sus dos obras poéticas y dos guiones cinematográficos para el cine y la televisión.

Frases: 

  • “Las cosas que haces deben ser cosas que amas, y las cosas que amas deben ser las que haces.”
  • “Actuar sin saber te lleva directamente al precipicio.”
  • “Hay solo dos cosas con las que uno se puede acostar: una persona y un libro”.
  • “No debes quemar libros para destruir una cultura. Solo haz que la gente deje de leerlos”
  • “¿Sin bibliotecas qué tenemos? No tenemos ni pasado ni futuro”
  • “Si escondes tu ignorancia nadie te molestará, pero nunca aprenderás.”
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