El paisaje del Adriatico fue el primero que cautivo a Pasolini, la belleza de la región del Friul-Venecia Julia a la que Ippolito Nievo calificó como un “pequeño compendio del universo” fue el primer acercamiento a las letras de Pier Paolo, el niño nacido en Bolonia el 5 de marzo de 1922. Dicen quienes lo han estudiado que los primeros poemas sobre la naturaleza los escribió con solo siete años. Ese era el primer impulso creativo de quien sería uno de los más prolíficos creadores y pensadores de Italia.
Poeta, cineasta, actor, guionista, pensador. Pasolini fue un hombre lleno de espíritu creativo y de una irreverencia que le costó caro también. Coqueteó con la política y fue miembro del partido comunista italiano en uno de los periodos más convulsos de la historia moderna, la posguerra. La segunda guerra mundial y sus cambios en el mapa de Europa central fueron el escenario donde descubrió su amor por el Friul, una región histórica del norte de Italia con su propio dialecto (que Pasolini estudio y cultivó, e incluso, ayudó a mantener vivo por medio de la academia de la que fue miembro).
La escritura fue su primer escape y también su forma de enfrentarse a esa sociedad de dolor y de risa, de denunciar la desigualdad de quienes vivían en la periferia de los centros urbanos. Como poeta fue reconocido y su poemario Las cenizas de Gramsci, dedicado al dirigente Antonio Gramsci, ganó el Premio Viareggio en 1957. Y como ensayista estuvo comprometido con el uso de la lengua en los entornos sociales y escribió una serie de textos de corte marxista en los que criticaba a la sociedad italiana.
Marxista, ateo y homosexual fueron los nombres con los que se describió alguna vez, aunque también habría que sumarle futbolero, es conocida su devoción por el balonpie, hasta el punto de llegar a afirmar alguna vez que “el fútbol es el único gran rito que queda en nuestra época”. En español se puede consultar su libro Sobre el deporte.
Y aunque él mismo se categorizaba como escritor fue como director que alcanzó la cúspide de su carrera. Cineasta abierto a sus pasiones, encontró en lo religioso una excusa para desnudar el mundo que lo rodeaba. Son reconocidas de entre su filmografía el ensayo documental La rabbia (1963) hecho con material fílmico de noticieros, La pasión según San Mateo (1964), su versión del Decamerón (1971) de Boccaccio parte de “la trilogía de la vida”, Mamma Roma (1962) y la polémica Saló o los 120 días de Sodoma (1975) basada en un escrito del marqués de Sade y en la efímera nación de Saló durante la ocupación nazi del norte de Italia.
Murió trágicamente hace 45 años en Ostia (cerca a Roma), el 2 de noviembre de 1975, asesinado sin que se esclarecieran los hechos, pero la sombra mítica de aquel jugador de fútbol, poeta, cineasta y humanista sigue recorriendo los rincones del Friul, de Italia y del mundo.
Al príncipe
Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida…
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.
(Traducción de Delfina Muschietti)
Frases
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