Noviembre es el mes de las ánimas y en algunos pueblos de Antioquia se ha conservado una tradición que se pierde poco a poco. El oficio de animero no es el que más candidatos atraiga, la tradición consiste en que éste, cada primero de noviembre a la media noche, va al cementerio e invita a las ánimas a recorrer el pueblo mientras se rezan los padre nuestro que lavaran los pecados que hacen sufrir a las almas en el purgatorio, según la doctrina cristiana.
Recorriendo el pueblo mientras tañe la campana, el animero camina por las calles pidiendo a los fieles un padre nuestro por las ánimas del purgatorio que las sacará de pena y las llevará a descansar. Al paso del animero, la gente prefiere no salir a mirar, pues, muchos aseguran haber visto a las ánimas caminar tras el paso de quien las conduce. Sin embargo, algunas personas acompañan al animero en su peregrinación y aprovechan para pedir favores a las ánimas, eso sí, quien vaya delante de ellas, es mejor que no mire para atrás, pues si voltea y las ve, ellas pueden privarlo en el acto.
Luego de recorrer el pueblo entre las 12:00 p.m, hora en que sale del cementerio con las ánimas, el animero debe conducirlas de nuevo a más tardar a las 3:00 a.m. Pues dice la tradición que si se pasa de esta hora, ellas pueden convertirse en espíritus malignos. Una vez regresen las ánimas al cementerio, esperarán hasta el próximo año cuando se les invite a salir de nuevo para que aquellas que aún no han podido lograr el descanso eterno reciban muchos más padrenuestros que los fieles darán esa noche y así poder descansar en paz y dejar en paz a los vivos que las ven y las sienten cuando no reciben sus oraciones.
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