Cuando hablamos de Medellín antiguo o del Medellín que se fue, es necesario mencionar a Guayaquil, sector popular de la ciudad, reconocido en toda América no sólo por el desarrollo económico que alcanzó, su dinamismo y las múltiples y curiosas actividades que lo convirtieron en un centro de interés sociológico.
El sector reunía variados y extraños personajes. Los piperos, tahúres, prostitutas, escaperos, rateros, estafadores y los infaltables “bobos”. Se hablaba de “bobos y brutos” como: Horacio, Don Vélez, Pispirispis, Custodio, La Cencia, Tante, Tuquiao entre otros y los astutos e inteligentes como, Cosiaca, Pedro Rimales y Marañas de quien dice el periodista Octavio Vásquez Uribe en su libro “Guayaquil por dentro”.
“De Marañas, tanto hay para decir. Patisucio, gago y desgarbado, con su sombrero alón, una jíquera llena de herraduras, ruana en hilachas como el pantalón y niguas a granel, para mucha gente no era tan loco ni tan bobo como aparentaba sino el sujeto astuto y cauteloso, chistoso además y mal hablado en ocasiones. Envigadeño, sin dejar de ser estúpido hacía gala de ser talentoso y genial, se recuerda de él que era su especialidad recoger las herraduras que se soltaban de los cascos de las bestias para venderlas a los mismo dueños de éstas o a los herreros”.
“En cierta ocasión le preguntó un riquito de Palacé si tenía novia y pensaba casarse y le contestó: “Ni que yo fura bobo, pa’ qué novia y pa’ que mujer si con yo mismo tengo.”
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