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Lo popular elevado a la condición de arte en Dora Ramírez

“Sentir
Que es un soplo la vida
Que veinte años no es nada
Que febril la mirada
Errante en las sombras, te busca y te nombra”
Volver. Carlos Gardel y Alfredo Le Pera.

Puede resultar pretencioso, pero gran parte de las artes del siglo XX tienen una raíz o procedencia de las Vanguardias artísticas. A pesar de que las Vanguardias artísticas surgidas en Europa sean el producto de varios movimientos heterogéneos, todas coinciden en un postulado o vertiente común: romper y trasgredir el estatus del arte en la sociedad burguesa. Unos 25 movimientos artísticos suman la larga estela de expresiones conectadas a las Vanguardias. Muchas de ellas migraron al continente americano de la mano de figuras tan prestantes como Diego Rivera, Frida Kahlo, Débora Arango o Luis Buñuel, cada una de ellas irrumpió con su sello personal y local.

José Ramírez Johns y Carola Cote, fueron los padres de la promisoria artista. Del matrimonio nacieron cuatro hijos (dos hombres y dos mujeres.) Cuando Dora Ramírez nace en Medellín en 1923 – o en Envigado, hay todavía confusión del lugar exacto de su nacimiento; algunos la ubican como vecina del maestro filósofo Fernando Gonzáles y de la expresionista Débora Arango en Envigado -, en Europa el Dadaísmo vivía su ocaso, para evolucionar y dar lugar a otra vanguardia: El Surrealismo, que hizo nido principalmente en la pintura con Salvador Dalí y en el cine con Luis Buñuel, ambos entrañables y sarcásticos amigos que, desahuciados del catolicismo secular, incursionaran en la sátira, el absurdo y el sueño; el uno catalán y el otro aragonés.

Dora estudió en el Colegio del Sagrado Corazón y mostró desde su niñez una fuerte atracción por la pintura y el baile. Durante la infancia recibió clases con el maestro Eladio Vélez, quien realizó importantes trabajos en acuarela y óleo, hoy obras de un singular valor, resguardadas y protegidas en colecciones privadas y públicas. El maestro Eladio, fue además director de la Escuela de Bellas Artes; luego de retornar de Europa y haber realizado estudios de arte en Paris y Roma.

Ella atribuía su vocación artística a la influencia de su bisabuelo Manuel Johns, quien migró de Liverpool (Inglaterra) a Santo Domingo (Antioquia), donde trabajó como organista y joyero. En aquel municipio conoció a su esposa Dolores Henao y tuvieron 20 hijos, entre ellos Dolores Johns; ésta se casó a su vez con Pedro Pablo Ramírez, y uno de los hijos de este matrimonio fue José, un miembro activo del trabajo cívico y cultural de la ciudad. Entre los cargos que desempeñó, se destaca el haber sido presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas en forma vitalicia. Don José es el padre de Dora. En nuestra Sala Antioquia hay una excelente obra escrita, donde aparece Dora realizando su primera comunión, al igual que otras imágenes de carácter familiar

Dora educada para ser ama de casa y madre, solo pudo ahondar en su vocación de pintora y artista una vez estuvieron escolarizados sus 6 hijos y así lo hizo. Por lo que podríamos decir que ella también hace parte de ese grupo de mujeres emancipadoras que subvirtieron el orden social de su tiempo, saltaron el cerco familia, para incursionar en la vida social, cultural y pública, a la que no tenían derecho y muy, pero pocas posibilidades.  Para saciar esa sed de conocimiento Dora decide continuar sus estudios académicos de artes en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia. También, recibe clases de pintura y cerámica con Roxana Mejía. Realizó además dos cursos con el pintor y critico norteamericano Richard Kathmann, quien posibilitó el paso siguiente en su formación académica y artística.

Por iniciativa propia, convierte su casa de la calle Caracas, en un espacio de reunión de intelectuales, músicos, escritores, bailarines, etc. Todo un centro de gravitación artística y de pensamiento para la ciudad. Fueron  visitantes frecuentes de esas veladas:   Manuel Mejía Vallejo, Jaime Alberto Vélez, Oscar Hernández, Justo Arosemena, Elkin Obregón, Leonel Estrada, María Elena Uribe de Estrada, Miguel Escobar Calle, Guillermo Angulo, Luis Alberto Álvarez, Aníbal Gil, Lola Vélez, Marta Elena Bravo, Michel Hermelin, Orlando Mora, Óscar Jaramillo, Darío Ruiz, Eduardo Peláez, Elkin Restrepo, Roxana Mejía, Jaime Jaramillo Panesso, Alberto Aguirre, Jaime Espinel y el fotógrafo y profesor Guillermo Melo, entre muchos  otros.

Por ese motivo, su padre recibió una carta anónima que reprochaba la actitud cultural de Dora. A pesar del escrito, los argumentos fueron rechazados por su familia, pues al parecer, José Ramírez, su padre, confió más en la educación que supo brindarle a su hija que a los anónimos y panfletos lanzados contra ella. En la carta señalaban su condición de mujer separada y de la dudosa moral de sus invitados, por ser artistas y músicos, apreciación vista con desconfianza por cierto sector de la sociedad:

“Porque eso de que al amanecer vean salir de una residencia que tiene su jefe ausente y ya separado del matrimonio, a un grupo compuesto de músicos y escritores bohemios acompañado uno de ellos de su amante, y que luego en compañía de esas mismas gentes se vea por la calle a una señora, no es digno.”

“Las gentes se preguntan si será posible que una mujer que no supo conservar el afecto de su esposo sepa conservar la dignidad de su familia, estando rodeada de músicos y de toda esa gente de tan baja esfera y que, por serlo, carecen de moral y dignidad.”

Dora también incursionó en el roll de instructora y formadora de artistas, dictando clases de dibujo y pintura para niños en su casa y en otras instituciones de la ciudad, como el Museo de Zea, La Biblioteca Pública Piloto y el Museo El Castillo. Con uno de esos grupos de pequeños pintó el mural que acompaña hoy la Sala General de La Piloto.

A partir de la década del sesenta, la artista empieza a recibir una serie de premios y reconocimientos que la sacan de su condición de artista local, para volverse digna representante del arte nacional y latinoamericano. En 1961 recibe el Primer Premio de Dibujo por el Instituto de Artes Plásticas; en 1963 es declarada finalista en el concurso Mural del mismo Instituto; en 1965 recibe el Tercer Premio en el Concurso Nacional de Fabricato y participó en el Salón Nacional de Cerámica, Museo de Zea, Medellín.

En 1967realiza su primera exposición individual en el Museo de Zea, Sala Rendón. El texto de presentación de la exposición, se encuentra publicado en Sala Antioquia y su autoría pertenece a uno de sus grandes amigos,  Manuel Mejía Vallejo. En el 68 realiza una muestra de Dibujos en el Club Unión de Medellín y participa en la Exposición Colectiva de la Universidad Nacional de Colombia sede Medellín.  Posteriormente realiza una muestra individual de cerámica en la Galería Ervico, en Bogotá. Participó en el Festival Nacional de Arte y obtuvo el Tercer Premio en Cerámica Coltejer.

Dora inicia una serie de pinturas con temática doméstica intimista con colores fuertes y aproximaciones populares. En 1969 coordina la elaboración del mural El mundo que nos rodea, en la Biblioteca Público Piloto. En él, participaron niños entre los 10 y 14 años de edad, integrantes de los talleres. En 1970 participa en el XXI Salón Nacional de Artistas Colombianos. Hace parte en una muestra Colectiva en el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá en el Barrio El Minuto de Dios y participa en la Exposición en la Galería 70 de Bogotá, junto con la ceramista Roxana Mejía.

De su obra escribe Darío Ruiz Gómez: “Dora Ramírez ha llegado en cambio al arte, sin ninguna pretensión, desprendida de toda solemnidad. Por eso su obra simplemente se pone ahí, ingenua a veces, mostrando el mundo inocente de un alma que llegó al arte no obedeciendo a esas comunes razones fariseas sino como el único camino posible para enfrentarse a los demonios interiores.”

En 1971 participa en la muestra de Arte Contemporáneo de Colombia, Museo Ponce, Puerto Rico y se vincula al grupo de escritores y artistas:  “Papel Sobrante” junto a un grupo destacado de artistas entre los que se incluyen: Oscar Hernández Monsalve, Manuel Mejía Vallejo, Darío Ruiz Gómez, Dora Ramírez, Antonio Osorio Díaz y John Álvarez García. Tomando de nuevo los ideales del grupo “La Tertulia” creado en Medellín en 1962.

El arte pop es una Vanguardia por la que se dejó seducir Dora Ramírez, que surge a finales de los cincuenta en Inglaterra, con connotada resonancia en los Estados Unidos, gracias a uno de sus más altos representantes Andy Warhol. Tanto Warhol como Dora amaban las celebridades, por lo que ambos decidieron pintarlas. El neoyorquino llenó su paleta de colores de celebridades de todo tipo, políticos como Mao Tse Tung o la leyenda del celuloide Marilyn Monreo, pasando por el rostro de una vaca anónima que a lo mejor pastaba placida en el campo; Dora a su vez, le dará color a celebridades del cine condenadas por la tecnología de su tiempo al blanco y negro: Rodolfo Valentino, Marlene Dietrich o el afamado Carlos Gardel, envuelto en llamas; también pintó un sequito de héroes patrios como al Bolívar desnudo, sin lugar a dudas una remembranza y homenaje al escultor y monumentalista antioqueño Rodrigo Arenas Betancur. Estos temas, los de Warhol y Dora eran considerados temas «anti-artísticos» pero para ambos constituían la esencia de la cultura de la sociedad, alma, nervio y busque de todo verdadero artista.

Dora Ramírez fallece en 2016, a sus 92 años.  Durante la vida realizó más de 80 exposiciones, entre individuales y colectivas, en importantes salas de arte de París, Nueva York, Washington, Bruselas, Hamburgo, Miami y México, y no podemos pasar por alto que era una amante y cultivadora del baile de tango, arte del sonido y del cuerpo que cultivo incluso en sus últimos años de vida. A nosotros nos dejó una colorida obra, donde prevalecerán los colores alegres y tropicales y a su familia, una estela de amor que une en el recuerdo a toda su prole.

  • “El color es lo que siento, el color hay que sentirlo. Las cosas que uno siente salen, no por teoría, sino por sentimiento”. Dora Ramírez.
  • “Pues, más o menos éramos locas, esa es la palabra que escuchábamos decir: esta está loca”. Dora Ramírez.
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