De la nada un perverso fantasma apareció paralizándolo todo.
Niños, hombres y mujeres se quedaron anclados en el tiempo;
amigos y allegados se distanciaron.
Cada uno buscó cómo resolver su existencia,
y cuando creían haber encontrado todas las respuestas,
surgieron preguntas para solucionar la vida:
las urgentes, las importantes, las necesarias para la existencia.
El otro se convirtió en enemigo y amenaza
sin haber hecho nada para merecerlo;
las voces se callaron y los lugares se distanciaron.
Se desdibujaron las calles como antiguos espacios de encuentro:
solitarias y vacías se convirtieron en amenaza.
La vida se hizo caos, nadie sabía qué hacer ni cómo combatirlo:
la gente moría de hambre y a otros se los llevaba el fantasma
que seguía su curso de exterminio;
la desesperanza los abrazó, los caminos se cerraron
las salidas se ocultaron…