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La sala Manuel Mejía Vallejo

Un espacio para escritores y lectores en la Piloto.

Así, a simple vista, el lugar puede parecer una amplia sala de espera con sofás y mesas; es probable que quien tenga una idea en mente para materializar en un texto deba esperar un tiempo extenso para que la idea anterior pueda conectar con la siguiente. El lugar le permitirá esperar a que el cerebro actúe o el grillo de la memoria mueva sus alas lisas y verdes y aletee un cantico inspirador en el oído de quien esgrime unas líneas a mano o en un dispositivo electrónico, para el cual tendrá a su disposición   tomas de energía y una robusta red de datos libre, como la que posee la Piloto. Ubicada en el segundo nivel de la Biblioteca, donde dicen hay menos circulación de usuarios y las colecciones de literatura se encuentran próximas.

Son momentos muy íntimos, los que reclama el producir y crear un texto académico, libre, colectivo o en solitario. Por eso en este espacio con el comprometedor nombre de “Sala de Escritores y Lectores” puedes encontrar un nido para la intimidad creativa, para el abrazo con la creación, para un encuentro con tus ideas, alejado de distracciones.  Cuando la  Sala está medio vacía y puedas ocupar uno de los reservados, lo denomino  así  porque el cerebro, que siempre tiende a la forma, nos recuerda aquellos  pequeños espacios para novios, que se podían ocupar libremente en las fuentes de soda o heladerías que decimos en Medellín;  uno de esos rincones con mesas y sillas, con una división que puede separar tus ideas anidadas en la mente, con las del joven que trabaja en el reservado contiguo,  con varios libro de  historia, gafas, gorra y con los  pies liberados de los zapatos.

Tal vez todos no tengan las posibilidades y habilidades de Manuel Mejía Vallejo, como esta bautizado el lugar, quien escribía bajo el húmedo frescor del verde de su finca, acompañado de sus perros o las del Manco de Lepanto, quien debió inspirarse para escribir sobre el Ingenioso Hidalgo, entre las húmedas y oscuras piedras de una mazmorra.

Ya sea desde las posibilidades del campo y la naturaleza de Ziruma o desde La Casa de Medrano, lugar y reclusorio de Cervantes,  el creador necesita recogimiento y concentración, paciencia y espera, hasta que todo, como en la alquimia de un horno de experimentación, se cuece y surja.

Esta Sala es un espacio que se consolida para el encuentro y el disfrute de la literatura. Para la conversación alrededor de los libros. Para escribir nuevas historias.

Pero este lugar no es solo un espacio libre para la escritura, desde allí se viene propiciando deliberadamente posibilidades creativas, de encuentro y reflexión alrededor del artesano de la palabra. Una vez al mes se vienen invitando escritores para que en una tertulia, o un conversatorio, estos creadores compartan con lectores aquellas obras fundamentales de su escritura, la actividad se llama “El escritor es el librero”; donde el invitado o invitada, hará el papel de un buen librero, recomendando libros para los lectores, libros que lo hayan impresionado, marcado o que considere necesarios. Una conversación cercana, en donde los asistentes podrán recibir recomendaciones literarias de primera mano, por personas dedicadas al oficio literario.

Dioramas es el nombre de un taller literario donde los promotores de lectura y asistentes engullen, como en una especie de banquete de la palabra, las ideas de un escritor a través del intercambio colectivo de una obra literaria. Los asistentes comparten sus ideas como cuando después de la cena los comensales reconstruyen con placer y asombro los sabores y olores descubiertos.

Es posible que el lector diga que cualquier lugar de la Biblioteca es propicio para la lectura, pero pocos para ejercer ambas materias, como la Sala verde esperanza Manuel Mejía Vallejo.

 

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