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Irene Vasco, hechicera de las palabras

Es poco frecuente encontrar una mujer tan conectada y sumergida en el mundo de la cultura y los libros como la colombiana Irene Vasco; ella se conoce todos los oficios que rodean ese amplio camino del mundo de la lectura: Escribe, produce, promueve y recorre el delgado hilo que conecta los caminos de la escritura, las bibliotecas públicas y la comunidad.

No es extraño verla con ropa caribeña dictando un taller para madres al lado de la playa en Tolú o reuniéndose con jóvenes en algún lugar distante de la Colombia profunda. Es además escritora de niños, sus libros cuentan y recuentan la mal contada historia de Colombia. A ella no le importa repasar las estanterías de un archivo para devolverle a los niños y adultos la patria y la historia aun no contadas. Valorada por muchos y temida por pocos, sus libros han pasado por una censura, por un tamiz de tradición que dicta que a los niños no hay que contarle historias con finales reales o que los involucre con sus propias realidades, pero por esas mismas razones, sus obras han sido objeto de reconocimientos en el exterior. 

Cuando es interrogada por su militancia por los libros y la lectura, siempre se encuentran presentes los recuerdos de sus padres.  Sylvia Moscovitz, su madre, una reconocida cantante lírica y artista brasileña, quien daría sus primeros pasos en la televisión y de Gustavo Vasco, su padre, quien más adelante se reconocería como el fundador de la revista Mito. Ellos han representado para Irene su basamento, su pilar y base fundamental de su labor. 

Irene nace en 1952, justo dos años antes de que naciera la televisión en Colombia, Sylvia, su madre, fue invitada a presentar programas de concurso, recitales, obras de teatro y fue pionera de la televisión infantil donde combinaba la literatura, lo lúdico y la música como en rondas y canciones. Irene cuenta que, gracias al oficio de su madre, a su casa llegaban cientos de libros, que ella exploraba y leía con interés. También manifiesta que gran parte de esa producción era foránea, así que considera que la producción nacional de literatura para aquellos tiempos era incipiente.  

“Mi casa era un mundo maravilloso, siempre había algo creándose ahí y tenía muchos libros, primero porque mi papá y mi mamá siempre me regalaban y también porque en los programas que hacía mi mamá, se regalaban libros y estos hacían una parada en la sala de mi casa durante algunas semanas y yo los leía con cuidadito.”

La promoción de lectura llegó a su vida, junto con la maternidad luego de una estadía de 10 años en Venezuela.  Estando en Colombia conoce al ilustrador brasileño Gian Calvi, que requería  ayuda para corregir textos, él un ilustrador italiano radicado en Brasil, muy reconocido que junto a su esposa en Colombia fueron involucrando a Irene  en el  mundo profesional de los libros. Gian fue el maestro de la generación de ilustradores en Latinoamérica como Esperanza Vallejo, Olga Cuéllar Serrano, Alekos, entre otros.

Este ilustrador, fue quien animó a Irene a escribir y de nuevo por uno de esos favores que le pedía su mamá, comenzó a traducir del portugués al español a grandes autores como Manuel Da Fonseca.

Margarita Valencia, hija del editor Carlos Valencia y amiga desde niñas, le propone publicar sus libros, tras unos manuscritos que Irene le había compartido. “Ella fue capaz de publicarnos a los que nunca habíamos publicado, comenzó a hacer colecciones infantiles cuidando textos, diseño, ilustración, en un momento en el que nada de esto era importante “.

Don salomón y su peluquera fue oficialmente el primer libro de Irene, ilustrado por Pedro Ruíz y editado por Carlos Valencia Editores, que también publicaría su primera novela Paso a paso.

En 1988 Irene abrió, en compañía, la Librería Espantapájaros, allí empezó a hacer talleres a todos los maestros y visitantes que se acercaban en su búsqueda; con algo de informalidad los guiaba hacia ciertas recomendaciones, hasta que le pidieron formalmente dictar un taller y así comenzaron a llamarla,  iniciando una  travesía, llevando su pasión por los libros, por todo el país.

Al presente Irene Vasco ha escrito una treintena de libros y aunque su primera publicación fue una narración fantástica, ella se siente más identificada escribiendo historias con personajes reales, como los de Paso a Paso, Pedro Nel Gómez, mitos, minas y montañas, La casa donde vive el arte o Mambrú perdió la guerra. 

Para Irene Vasco: “La literatura infantil cuenta la vida como cualquier literatura, a veces son los conflictos menos dolorosos o que se pueden tratar con mucho humor, pero sin conflicto no hay historia, a todos nos ha tocado la violencia, es parte de nuestra naturaleza. “ 

Distinciones: 

Fundalectura: Premio al Mejor Libro de Literatura Infantil, Conjuros y sortilegios, 1993. Primer Concurso de Cuentos para Niños Cocorí, Unicef, Costa Rica: Finalista con el cuento Atchú, 1993. Concurso Latinoamericano de Literatura Infantil Norma Fundalectura: Finalista con el libro Cambio de voz, 1997. Concurso Comfamiliar del Atlántico: Finalista con el cuento Sin pies ni cabeza en 1998 y en 2007 Simón quiere perder el año fue ganadora de dicho concurso.  Mención Especial Los Mejores Libros del Año de la Cámara Colombiana de Libro para Pedro Nel Gómez, mitos, minas y montañas, 2000.

Banco del Libro de Venezuela: Mención en la Lista de honor en la selección Los Mejores Libros Infantiles por: Conjuros y sortilegios, 1994 y 2010, y Lugares fantásticos de Colombia, guía de viaje, en 2010. Premio de los bibliotecarios de la misma institución por Mambrú perdió la guerra, 2013 y Letras al carbón, 2016.

Premio Fundación Cuatrogatos 2016 para Letras al carbón, libro que también fue seleccionado dentro de los Altamente recomendados de Fundalectura en el mismo año. Autora ganadora del sello de la Selección Cátedra UNESCO y del Instituto Interdisciplinar de Leitura da PUC-Rio con el libro Letras de Carvão, 2016. Escritora invitada por la Biblioteca Pública de Redwood City, California, en Estados Unidos en 2017.

  • “Tantas y tantas veces he sentido amor a primera vista por los libros que no podría hacer la cuenta.”
  • “Soy una abuela aventurera. Me verás en las motos, en los botes, por todas partes, en todo el país.”
  • “Mi participación dentro de la construcción de una nación es justamente contar cuentos.”
  • “Los libros siempre salvan las situaciones”
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