Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors
Search in posts
Search in pages

HENRY DAVID THOREAU Y LA TRASCENDENCIA DE LA NATURALEZA

Hacemos la siguiente advertencia: Leer a Henry David Thoreau puede ser perjudicial para el pensamiento estático, anquilosado, servil y conservador. Recomendamos no leerlo en casos donde el lector no quiera cambiar su forma de ver el mundo. Estamos hablando de un libre pensador, un iconoclasta, un rebelde de su tiempo. Alguien con una visión de futuro amplia y premonitoria.

Nos referimos a uno de los primeros hombres que puso en cuestionamiento un sistema de producción oprobioso y milenario, donde un ser humano podía esclavizar a otro, como mercancía, como quien dispone de una cosa. Thoreau ha sido uno de los primeros humanos en construir un postulado ético y sostenible para la naturaleza, lo que llamaremos en nuestro tiempo un ecologista o un ambientalista.

Un visionario capaz de pronosticar el inmenso daño que la humanidad puede causarse a sí misma, como producto de la explotación, la ambición y el cleptómano consumo. Lo vamos a decir en tono bajo, pero los seres humanos como Henry David Thoreau apenas están en formación, creciendo y todavía no gobiernan. 

Estamos ante una de las figuras más auténticas y uno de los pensadores y filósofos más potentes y destacados de los dos últimos siglos. Sus escritos han inspirado a otros como al abogado hindú Mahatma Gandhi, quien tomando como postulado las ideas de Thoreau se rebeló contra la injusticia de un imperio y sin levantar un arma, liberó a su patria del sometimiento británico. Este mismo concepto de la desobediencia civil inspiró al pastor afroamericano Martin Luther King para retar a un sistema de exclusión, injusticia, marginalidad y prejuicio, a razón del color de la piel; un prejuicio que la ley suprimió pero que la fuerza de las costumbres, la ignorancia y la falta de razón, todavía alimentan amplios sectores en Norteamérica y aún en nuestro mestizo país. 























Pero, ¿de dónde nacieron estas ideas? ¿Quién pudo influenciar a este pequeño revolucionario? David Henry Thoreau nació en Concord, Massachusetts, el 12 de julio de 1817. Su padre, John Thoreau, era un hombre sosegado, dueño de una fábrica de lápices, a quien le encantaba leer. Su madre, Cynthia, era una persona más vigorosa, con fama de ser excelente ama de casa y cocinera. Directa en sus opiniones, se la definía como una «reformadora nata» y era miembro y fundadora de la Sociedad Femenina contra la Esclavitud en Concord. En estos rasgos, como también en el interés de ambos por la naturaleza, se pueden rastrear los cimientos de la famosa filosofía de su hijo.

La infancia y adolescencia del pequeño David transcurre en el entorno de su pueblo natal, germen de la independencia, no era raro que el pequeño observador encontrase vestigios y monumentos de aquella epopeya, en el que habría de discurrir y observar hasta el final de sus días. El propio Henry David Thoreau resumió con humor su «experiencia viajera», diciendo sencillamente: «He viajado mucho en Concord». No fue solo la historia de su país la que le interesó, en sus recorridos por el entorno supo identificar especies herbarias que hoy hacen parte de los estudios de la historia natural. En el 2017 fecha de su bicentenario, su casa de estudios, la Universidad de Harvard, digitalizó 820 especies botánicas identificadas por Thoreau en sus recorridos por su natal Concord.

En la publicación The Cazette Harvard de 2017 se describe el paso del filósofo y naturalista por ese claustro en los siguientes términos: “David Henry Thoreau, como se le conocía entonces, ingresó a Harvard el 30 de agosto de 1833, a los 16 años. La universidad tenía menos de 20 profesores o instructores, costaba 179 dólares al año y apenas se puede imaginar físicamente en el campus de la megalópolis actual. Consistía en seis edificios de ladrillo agrupados en el lado oeste del Patio, frente a la Primera Iglesia Parroquial. Todas las clases se llevaron a cabo en Massachusetts Hall. Había tres dormitorios (Hollis, Holworthy y Stoughton), la capilla y Harvard Hall, que albergaba 50.000 libros.”

Y continua la publicación describiendo tan destacado alumno: “Como estudiante, devoró sus libros, leyendo muchos de ellos fuera de clases. La biblioteca también fue indispensable para su carrera literaria posterior y su trabajo como naturalista. Para Thoreau, la biblioteca de Harvard era “el mejor regalo” que la universidad tenía para ofrecer. En Harvard también comenzó su hábito de copiar pasajes que le impactaban, llenando 20 cuadernos ‘comunes’ con un millón de palabras.”

Los intereses que caracterizaron la vida y las obras de Thoreau fueron tomando forma desde muy temprana edad. Sus primeros poemas hablan del amor a la naturaleza, y su discurso de inauguración en Harvard se refiere a diversos temas recurrentes en todos sus escritos posteriores: que los hombres deben «llevar vidas independientes»; que las riquezas deben ser «los medios y no el fin de la existencia»; que «este curioso mundo en que habitamos… es más para admirarlo y disfrutarlo que para usarlo»; y que la principal ocupación de una persona debería ser «beber de los sutiles influjos y las sublimes revelaciones de la naturaleza».

Su primer libro, Musketaquid,   nace de un intenso viaje por los ríos Concord y Merrimack junto a su hermano John. Musketaquid fue el nombre de la embarcación con la cual hicieron el recorrido; además de ser el nombre indígena del río Concord.

Thoreau quiso experimentar la vida inmersiva en medio de la naturaleza y para ello, el 4 de julio de 1845, Día de la Independencia, decide vivir durante dos años en una cabaña en los bosques, donde redactó su obra más conocida, Walden, nombre que también retomó de la tradición ancestral de los aborígenes americanos. En realidad, algunos autores consideran estas dos obras un díptico único e inseparable y han sido recientemente reeditadas por editoriales alternativas que buscan redefinir la relación humanidad-naturaleza.

Thoreau no es un retórico ni mucho menos un filósofo alejado de la realidad, que elabora y construye sentencias desde su retiro, o un facilista que habla y que no se confronta con la realidad, es ante todo un comprometido, un consecuente con sus principios.

El 24 o 25 de julio de 1846, el recaudador de impuestos local, Sam Staples, le exigió el pago de seis años atrasados. Thoreau se negó, afirmando que se negaba a colaborar con un gobierno que consentía la esclavitud y que se había embarcado en una guerra inmoral contra México. El escritor fue arrestado y pasó una noche entre rejas, pero alguien pagó de forma anónima la fianza, contrariando su voluntad.

Su pensamiento, estilo y posición ideológica lo define an la línea de los trascendentalistas, quienes rechazaban las ideas y prácticas comunes, en particular la religión organizada. No había una iglesia trascendentalista ni un libro sagrado de trascendentalismo. En cambio, hubo reuniones regulares para una conversación animada y una esperanza compartida de cultivar un sentido de espiritualidad moderno, fluido y personal.

Thoreau fallece en 1862, a la edad de 44 años, dejando inconclusas varias de sus obras. No obstante, sus ideas han inspirado a generaciones. Su llamado a crear «reservas nacionales» de zonas silvestres bien puede haber influido en Theodore Roosevelt, quien durante su presidencia destinó más de doscientos treinta millones de acres y destacó el «singular valor literario» de la obra de Thoreau. Tanto Mahatma Gandhi como Martin Luther King Jr. acreditaron la resistencia al gobierno civil la definición de sus propios movimientos sociales innovadores del siglo XX.

Pero en el presente siglo XXI, el mayor legado de Thoreau es tal vez una creciente concientización de que el mundo natural merece mucho más respeto del que nos hemos acostumbrado a mostrarle.

Libros de Henry David Thoreau

  •  Todo lo bueno es libre y salvaje
  • Walden
  • El gran invierno
  • Cartas a un buscador de sí mismo 
  • Musketaquid
  • Un paseo invernal 
  • Desobediencia. Antología de ensayos políticos

Frases del autor

  • El más rico es aquel cuyos placeres son los más baratos.
  • Las cosas no cambian; cambiamos nosotros.
  • Bajo un gobierno que encarcele a alguien injustamente, el sitio adecuado para una persona justa es también la cárcel.
  • Las fronteras no son el este o el oeste, el norte o el sur, sino allí donde el hombre se enfrenta a un hecho.
  • Cada nueva generación se ríe de las modas anteriores, pero sigue religiosamente la actual.
  • Sólo hay un remedio para el amor: amar más.
Skip to content