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George Méliès, creador del espectáculo cinematográfico

Creo que quienes nos hemos interesado por la historia del cine, hemos consultado la obra de Román Gubern, un texto más parecido a una enciclopedia que a una obra narrativa. Lo verdaderamente valioso es que Gubern logró reunir por primera vez y en una obra en español, los primeros ochenta años de la historia del cine. Recordemos que en el presente 2023 se cumplen los 130 años del primer estudio audiovisual de la historia, el Black María de Edison.

Cuando leí aquella obra comprendí que Roman Gubern y los demás animadores que buscaban elaborar una historia de la cinematografía, le hacían un pobre reconocimiento a ese ser que lo había dado todo por las imágenes en movimiento. Al hombre que sustrajo al cine de las ferias de curiosidades para mezclarlo con otras artes como la literatura, la dramaturgia, la plástica y la representación: George Méliès, un genio del entretenimiento que se convirtió en uno de los pioneros del cine, un hombre adelantado a su tiempo, un visionario que revolucionó el séptimo arte. Sí atribuimos a Edison la invención de las imágenes en movimiento y a los Lumière la invención del cinematógrafo, a Méliès le corresponde ser el pionero del nuevo lenguaje; entre George Méliès y David Wark Griffith se estructuró y desarrolló gran parte de la gramática cinematográfica o audiovisual.

Desde pequeño George demostró inmensas habilidades para el dibujo, su familia lo mandó a Inglaterra a perfeccionar el inglés para que así continuase sus estudios en el Instituto de Bellas Artes de Paris, pero todo se frustró cuando tras el retiro de su padre, fue llamado por la familia para que asumiera el liderazgo de la factoría de zapatos. Compromiso que el joven acepto hasta la muerte de su progenitor. Repartida la herencia George Méliès abandona toda su tradición familiar para sumergirse en el mundo de la fantasía y el espectáculo.

En su estadía en Londres se había dejado fascinar por el oficio de la magia y la prestidigitación, el mundo del ilusionismo. Aquello de aparecer y desaparecer objetos le había maravillado, por lo cual con la parte de su herencia familiar compró el teatro de Robert Houdin, teatro donde daría rienda suelta a su imaginación y combinaría todas sus pasiones: crear un espectáculo de ilusionismo donde alternaba proyecciones de linternas mágicas y el teatro de sombra, ambas antecesoras de la cinematografía y de las imágenes en movimiento.

Un 28 de diciembre de 1895 Méliès conoció a los hermanos Lumiére, evento que se convertiría en una famosa anécdota por lo ocurrido: luego de disfrutar del fascinante espectáculo de la demostración de Auguste Lumiére, Méliès preguntó por el precio uno de los proyectores, pero con poca visión comercial Lumière rechazó la oferta. Él, curioso, se las ingenió para adquirir otro aparato de similares características diseñado por la competencia, y una vez adquirida la nueva cámara-proyector, reemplazó su teatro de luces y sombras por un estudio de paredes de vidrio que rápidamente instaló en su casa, de esta manera comenzó su aventura en el cine rápidamente. Pronto nació la elaboración de telones, la construcción de maquetas, el diseño de vestuarios, los trucajes, unos por la práctica y el conocimiento del oficio, otros con ayuda de la providencia y el divino azar.

De forma accidental Georges descubre el “stop trick” o truco de parar, cuando se encontraba rodando el tráfico en una calle de París. El mecanismo de la cámara se atascó y se frenó la filmación; el tráfico siguió moviéndose normalmente, pero la cámara dejó de rodar o grabar hasta que Méliès arregló el impase mecánico. Más tarde, al

revisar y proyectar lo filmado, el mago queda atónito al ver a un autobús transformarse de repente en un coche fúnebre. Lo que realmente había sucedido es que el ómnibus se había movido fuera de plano tras atascarse la cámara y había sido reemplazado por el coche fúnebre cuando ésta siguió rodando. Méliès usó esta técnica para filmar grandiosos trucos de magia.

Su primer filme de terror se llamó La mansión del Diablo de 1896, el primer filme de ciencia ficción lo llamó Viaje a la Luna en 1902, considerada la primera obra maestra del cine, la cual nuestros lectores podrán apreciar completamente restaurada y remasterizada por youtube.com. Entre 1899 y 1912 filmó alrededor de 500 películas, muchas de ellas incineradas para hacer tacones o suelas para los soldados franceses durante la Primera Guerra Mundial.

El director, actor, guionista, director artístico y montador sufrió además de la guerra, otras penurias, las del robo y el plagio. Sus ideas y filmes fueron no solo plagiados sino hurtados. Otros hicieron fortuna con su talento, postrándolo a la pobreza, el olvido y la ruina, la herencia se había esfumado al igual que el patrimonio familiar. Al que todo lo dio por la cinematografía no le quedo más que vender sus pertenencias y pagar sus deudas con el amargo sabor del olvido y la postración artística.

En 1925, cuando contaba sesenta y cuatro años, se casa en segundas nupcias con Jeanne D’Alcy, su musa y actriz. Casi en la ruina, ella hereda un quiosco de juguetes en la Estación de Montparnasse. Era un buen lugar donde pasar sus últimos años después de una vida de lucha y sacrificios. Estando en la tienda de juguetes es reconocido por Léon Druhot, director de Ciné-Journal, que lo rescata del olvido. Aquel encuentro azaroso supuso su redescubrimiento, que culmina en la gala Méliès, celebrada en 1929 en la sala Pleyel, donde pudieron proyectarse ocho de sus películas, milagrosamente recuperadas; así su obra fue redescubierta por la vanguardia cinematográfica francesa, especialmente por los surrealistas, que reivindicaron su figura hasta el punto de que Méliès fue reconocido con la Legión de Honor en 1931 por toda su trayectoria.

George murió el 21 de enero de 1938 y su lápida puede leerse: «Georges Méliès: creador del espectáculo cinematográfico.»

“Construyo mis sueños para no despertar”
– Georges Méliès.

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