Junio
No recuerdo cuándo fue la última vez que alguien vino. Ella ha hecho dos salidas exclusivamente para hacer compras. Hemos regresado al poco tiempo sin cruzarnos con nadie. Parece que vivimos en una ciudad fantasma.
Algunas cosas de las grabaciones generan un poco de miedo. Todo sigue sucediendo de noche hasta ahora. Cuando se sienta en la cama, al parecer todo se ha ido. Ha dicho entre otras cosas que en la habitación han aparecido unos nuevos balcones y que algunos de los seres que vienen tienen colores diferentes. Algunos pasan de los balcones directamente al baño, a lavarse y cambiarse de ropa. Supongo que la ponen en el cesto con el que sube más tarde el sujeto de verde o quien sabe. Luego se sientan a conversar; del día, de la mala administración del edificio, del descuido con los jardines, de los nuevos dueños y de una serpiente. Esto último es un poco más delicado. Al parecer también hay una sujeta de color gris que llega con una lista y llama a los que usan a la serpiente. Se los llevan y los meten en un cuarto donde los castigan o los torturan. A algunos los expulsan por ello. Uno de los seres mencionó haber visto a la serpiente en la cama, pero creo que ella todavía no lo sabe.
Se me ha hecho muy extraño que últimamente escucho cosas bajo la sábana. A decir verdad, he escuchado más de lo que he visto desde hace mucho tiempo. No es que lo haya estado ocultando, sólo que recientemente he recordado algunas cosas. Tal vez sea por el encierro; el paso de los días, que al no verse gestionados por las responsabilidades de ella, el tráfico, o las horas de alimentación diaria, etc; los hábitos, ya empiecen a hacerse indivisibles. No es precisa la información sobre el día de la semana; o sobre el paso del tiempo; si son días o semanas lo que va pasando y si es domingo o sábado, o si estando encerrados todos los días se llaman jueves.
Parece una reducción del mundo. Recientemente tengo la sensación de haber nacido aquí, pero no como si pudiera sentir mi alumbramiento, sino como si nunca hubiera visto nada diferente. Como si siempre hubiese estado aquí y lo que aquí sucede o vive, fueran los únicos testigos para reafirmar que existo.
Entre los recuerdos que han ido apareciendo, hay una noche particularmente llena de espanto, en la antigua casa. Algo pareció caer sobre el techo. Estruendoso como un trueno, fuerte, aplastante como una piedra. Ella saltó de la cama, al parecer ella sabía de qué se trataba. No vi nada raro. Después de correr por toda la casa, estuve hasta la madrugada sentada, en la entrada escuchando cosas. Justo en la mitad de la entrada; para precipitarse al interior si alguien aparecía en la calle o para salir si alguien aparecía dentro. Fue una de las noches más largas en la existencia del universo. Lenta y pasmosa. Reducida a mirar cada parte del espacio que la circundaba desde ese escalón de concreto negro, esperando el día como un búho para dormir.
En el piso superior sonaban las pisadas del que había caído antes. Un espectro, un hombre saltando, un monstruo, un animal o qué sé yo. Pero caminaba y desde la puerta parecía oírse aún más duro. De pronto, en la cocina se acompasan unas tapas a la danza del terror y con ellas un empujón desde el interior del pecho que la aventó a la calle. Pero sólo un momento, luego regresó a la isla de concreto donde esperó como un náufrago un rescate que no llegó.
Lo que vio esa noche no se lo mencionó a nadie, pero lo que escuché fue suficiente para estar seguro de que todo eso estaba allí. Y era tan terrorífico como decían sus manos que le temblaban y sudaban frío; concentrando su angustia en los puños apretados, y liberándola al secar sus palmas sobre la pijama de estrellas azules y lunas doradas.
Octubre
No sé cuántos días más han pasado, se han vuelto extraños, aunque ella ha estado mejorando su ánimo. No contesta el celular pero se le ve mejor. Canta en las mañanas y está haciendo aseo por toda la casa. Durante las noches continúan las parálisis. Justamente anoche vi que se quedó fija por largo tiempo mirando al guardarropa y no sé si por esta vez estuvo inmóvil por decisión propia. Creo que miraba allí porque hace mucho no ordena ese espacio. A pesar del episodio, la noche estuvo tranquila. Como tenía calor y no tomó la sábana, pude apreciar la habitación durante muchas horas. Todo me pareció estar en orden y tuve tiempo para pensar. Extraño un poco la ciudad; su movimiento, el viento y el ruido. También extraño ver pasar a tantos desconocidos mientras caminábamos o tomábamos algún transporte. Espero que todo esto no dure mucho más, porque con tantas horas frente a la pantalla, siento un malestar creciente en todas mis partes. Hoy tal vez sea un buen día, esperemos que por lo menos pase rápido.
Un poco más temprano de lo habitual, decidió subir a la habitación y se sentó dentro del armario. Revisó muchas cajas llenas de cartas y fotografías. Ha dejado algunas cosas afuera. Siento una familiaridad que de repente me asusta. Hay algunas fotografías, recordatorios y cartas que me anteceden; entonces no entiendo la sensación de recordarlo. Tal vez es la sugestión de tantos días de encierro o el paso del tiempo que termina haciendo inescrutable a la memoria. Debe ser eso; el tiempo, que continúa terco en desfigurarse.
Los días se reducen cada vez a más pocas acciones, pero las noches se extienden sin recato hasta el fastidio. Ella se ve muy diferente, además de habituarse a las nuevas compañías, tiene unas expresiones de ausencia cuando se mira en el espejo. Comienza viendo de frente fijamente y luego su mirada pareciera perderse al interior de su propio reflejo por varios minutos. Después intenta concentrarse al frente nuevamente, pestañeando, como si no pudiera enfocarse. Yo también estoy extraño, he estado teniendo sensaciones y emociones. No sé cómo explicarlo, sólo eso; así es como debe sentirse sentir; y lo que siento es que ella me pertenece. No en un mal sentido, es como si pudiera tener sensaciones sobre lo que ella dice o lo que ve. Empezó poco antes de ver las fotografías y demás recuerdos en esas cajas. Hay algo más, no podría explicarlo, pero ha de existir una palabra que desconozco para nombrarlo.