Tomás Carrasquilla Naranjo nace en el municipio de Santo Domingo, un pequeño pueblo minero de Antioquia, el 17 de enero de 1858. La nación colombiana por aquel período vive una intensa agitación política, con el país en las postrimerías de una nueva guerra federalista. Carrasquilla, hijo de ingeniero, ausente incansable del hogar por razones de trabajo, y de una consagrada ama de casa, quien es probable quién fermentará en su hijo el goce por la lectura.
Poco se sabe de los primeros años de Carrasquilla. El profesor canadiense Kurt Levy, uno de su más completo estudioso y biógrafo, supone que Carrasquilla fue un pequeño “diablo” que buscaba problemas: socarrón, altanero y sabelotodo; aunque sus hermanos, tías y abuelos lo adorasen por su carácter alegre, imaginativo y soberbiamente inteligente.
El profesor Levy, de ancestros alemanes y de nacionalidad canadiense, es junto a otros como Jorge Alberto Naranjo y Carlos Sánchez Lozano, versados conocedores del universo literario de Tomás Carrasquilla. Levy realizaría desde los años cincuenta numerosos viajes a Colombia y Antioquia para desarrollar su trabajo respecto a uno de los antioqueños más estudiados y más veces publicado en las letras universales.
La obra de Carrasquilla puede ser interpretada por la mirada rápida de un párvulo crítico como la construcción de un relato costumbrista sin avizorar los elementos de modernidad y de realismo temprano dentro de sus obras. Recordemos que realista en arte es aquel que puede describir las condiciones socioculturales y políticas de su propio tiempo, acentuando su estilo en el dialecto natural de sus personajes, capaz de describir las condiciones psicológicas y morales de aquellos. Las obras de Carrasquilla están llenas de estos atributos. En 1936 el autor antioqueño, a la edad de 78 años, obtiene el Premio Nacional de Literatura.
Escribe Roberto Jaramillo, para el prólogo de las Obras Completas de Tomás Carrasquilla, de la cual la Biblioteca Pública Piloto de Medellín posee un ejemplar para consulta en su Sala Antioquia; obra publicada en 1958 por la editorial Bedout de Medellín y como homenaje centenario del natalicio del escritor:
“Si las palabras son como las monedas, en nuestro novelista todo es oro nativo, fino, cendrado, de buena ley, sacado de lo íntimo de las entrañas de Antioquia. No se intrinca en el laberinto de reglas, avisos y preceptos de académicos y Nebrijas, ni ha menester pihuelas gramaticales para dar su propio sentido a las voces, armonía a la oración y vida al pensamiento y hacerlo con gracias y donaire inimitable mientras en otros todo llueve pobreza.”
Carrasquilla, lector asiduo, creó en compañía de sus amigos la primera biblioteca pública de Santo Domingo: El Tercer Piso, lugar en el cual aún se conserva un manuscrito de su obra cumbre La Marquesa de Yolombó, un fresco del descenso colonial y de los sincretismos culturales propios de la construcción de lo que aun llamamos cultura antioqueña; ese orgullo por lo propio, ese lenguaje local y próximo que hace de don Tomas una voz local, pero de detonación universal.
