Otra vez las alarmas. Suaves de lejanía al principio y agudas al acercarse, unos ecos en chillido y esos golpes de micrófono que duelen en los oídos. Como todos los días cierra cada una de sus ventanas.
¡Buenas, buenas, querido penareño!, estamos aquí acompañándote en esta cuarentena, para que en comunidad vivamos ahora más unidos que nunca. Sal al balcón con toda tu alegría y prepárate a escuchar la gran noticia que tenemos hoy. ¡Una bulla!
“…Saber que se puede, querer que se pueda
Quitarse los miedos sacarlos afuera
Pintarse la cara color esperanza…” Diego Torres
¡El cierre del municipio ha dado sus frutos! ¡Hemos erradicado de nuestro territorio el óxido azul! ¡Gracias por quedarte en la casa! Han sido unos días difíciles, lo sabemos. Ya van tres años desde que las fronteras están cerradas, pero es una medida que ha valido la pena, ¡somos el primer municipio del país en derrotar al enemigo! Esto te lo debemos a ti querido conciudadano, tú que te alejaste de la familia, que renunciaste a el trabajo fuera del territorio, que te separaste de la pareja que vivía lejos, que dejaste la universidad, el colegio y lo cambiaste por uno del sector. Ha sido un gran sacrificio, somos conscientes de ello. Por eso venimos cada tarde a tu puerta a agradecerlo, ¡un aplauso para ti!
“…Gracias por hacerme corregir tantos errores
Gracias por pintarme la vida con hermosos colores
Gracias por sembrarme en el alma nuevas ilusiones…” Silvestre Dangond
Hemos estado aquí para apoyarte durante estos tiempos de cierre. Te proporcionamos todo lo que necesitas. Ya hace más de un año que te permitimos salir a la calle. Creamos empleos nuevos, reactivamos la industria, mantuvimos las tiendas surtidas. Los hospitales han cumplido. Sabemos que nada te falta. Y como las reuniones siguen prohibidas, y como los bares y discotecas no han sido reabiertos, te traemos la fiesta para que la disfrutes desde tu hogar. ¡Baila, baila, que te quiero ver gozar, mi penareño!
Nuestras autoridades han hecho su trabajo, pero queremos hacerle un reconocimiento a tu ayuda. Fuiste tú el que denunció al vecino infectado, el que nos entregó al hijo cuando sus amígdalas se volvieron purpúreas, echaste al padre cuando tosió por primera vez, le diste la espalda a tu esposa cuando sus pulmones se empezaron a aguar. Repudiaste a los tuyos por la comunidad y eso no tiene precio. Gracias a ti, pero también gracias a nuestros policías que se han arriesgado dejando a todas esas personas infectadas en los municipios aledaños. ¡Prende la luz de tu celular paisano, que esta celebración es para ti!
“…Yo se que te fuiste sin querer
También que te dolió abandonarme
Cómo quisiera volver a verte…” Pipe Bueno
Y como todos los días, comprueba que no sirve de nada cerrarlas. No hay como evadir el sonido, se mete por cualquier abertura, su casa está abierta a la calle, las paredes se desdibujan con las ondas que retumban en ellas. Siente su garganta cerrada, ahogada por ese grito que no suena.
No te faltará nada amigo. Confía en tu alcaldía, cuidaremos de ti. Seguiremos alerta a todo estornudo, vigilaremos las temperaturas, cualquier frialdad en la espalda será revisada, estudiaremos las mucosas para mantenerte bajo protección. No dejaremos entrar de nuevo esta terrible enfermedad, el enemigo azul se quedará fuera del territorio para siempre. Mantendremos las fronteras cerradas hasta que se compruebe que todas las bocas del país han vuelto a ser rosadas.
Amamos tu cara en la ventana, somos felices cuando sales a aplaudir, queremos verte bailar con la música que te cantamos con cariño. Recuerda que es importante que nos permitas ver tu presencia, debemos saber que estas bien, hacer el conteo de cabezas desde nuestros camiones. Regálanos una sonrisa, es un deber estar alegres todo el tiempo. Asómate y abraza a tu ciudad. Disfruta de este concierto móvil que te regalamos hoy. ¡Una Bulla!
“…Dime, dime, dime si te contagié
Lo que quiero, baby, tú y yo
Celebremos la vida como es” J. Balvin
Mira con duda esa maleta que ha sacado y guardado varias veces en los últimos días. Se dirige a la cocina con esa sensación de vacío, toma un poco de agua y camina dando vueltas sin sentido por el pasillo. Se devuelve. Con una mirada resuelta empaca tres mudas de ropa, una chaqueta, unas barras de proteína y su libro. Bebe otro tanto de agua. Abre de nuevo las ventanas, sale al balcón y se despide de cada una de sus plantas. Mira con duda las mascarillas que deja sobre la mesa y escucha con un dolor suave el golpe de la puerta a su espalda. Con una sonrisa tibia ella sale de Penares.