Es posible saber ¿de dónde venimos, ¿quiénes fueron nuestros antepasados? ¿por qué del color de nuestra piel y nuestros ojos? Todo parece estar dispuesto en nuestro pasado. Un estudio revelado en el 2.004 y realizado por varias naciones, entre las que se encuentran Inglaterra y China, entre otras, afirmó que “uno de cada 200 hombres vivos es descendiente del conquistador mongol Gengis Khan, fundador en el siglo XIII del mayor imperio de la Historia.” Esta línea genealógica se obtuvo mediante la recolección de muestras del tejido de unos 2.000 hombres de Asia central, para concluir que más de 16 millones, en esa región del mundo (el 8 por ciento de la población masculina) tienen el mismo cromosoma que el líder mongol.
Está resulta ser una huella genética fácil de hallar, no solo por los recursos científicos puestos al servicio de la genealogía y genética humana sino de las inmensas pistas y huellas presentes en el pasado que puede dejar un monarca, autócrata o emperador.
Debe resultar más difícil hallar tus ancestros cuando no vienes de emperadores y conquistadores sino de esclavos. “Cuando Alex Haley era un niño, en Henning, Tennessee, su abuela solía contarle historias, sobre su familia -historias que retrocedían a los abuelos de la abuela y a las generaciones más remotas- hasta un antepasado que ella llamaba “el africano”. La abuela de Haley contaba que ese hombre había vivido al otro lado del océano, cerca de lo que él llamaba “Kamby Bolongo” y que un día cuando estaba cortando un tronco en el bosque para fabricarse un tambor, fue atacado por cuatro hombres, apaleado, encadenado y arrastrado a bordo de un barco de esclavos con destino a la América Colonial.”
Alexander Murray Palmer Haley nació en Ithaca, Nueva York, el 11 de agosto de 1921. Su padre era un veterano de la Primera Guerra, que como héroe combatiente y negro debía sortear innumerables obstáculos para vencer los impedimentos que se le atravesaban a un afroamericano de su tiempo.
De muchos es conocido que los afroamericanos no la tuvieron, ni la tiene fácil, frente a las duras barreras y a las inmensas fronteras que encierra el estigma del racismo y la segregación. Artistas de la talla de Billie Holiday y Ella Fitzgerald siendo éstas las reinas del espectáculo del jazz cuentan que durante las primeras décadas del siglo XX tenían que entrar por la puerta del servicio de los grandes escenarios donde se presentaban.
Un oprobioso mensaje de exclusión que luego de varias décadas otros dos afroamericanos derrumbarían con sus discursos y posición, el pastor Martin Luther King y al líder negro Malcom X, de quien Haley realizará para la década de los sesenta unas memorias para la revista Playboy, revista no solo distinguida por sus desnudos, sino por la calidad de sus artículos; cualquiera que la haya leído y no ojeado Playboy puede dar testimonio de esa calidad.
Alex Haley se matriculó para la universidad estatal de Alcorn cumplidos los 15 años, pero dos años después regresó al seno de su familia para informar a su padre que no iba más con los estudios. Su padre temiendo la rebeldía de su hijo lo enrola en el ejército norteamericano donde éste pasará, dos décadas de su vida cruzando los mares del pacifico en búsqueda de un episodio de heroísmo contra los japoneses.
Dos décadas transcurrirán para que Haley decida pedir la baja. Nunca hubo un combate, pero el autor de Raíces tuvo el tiempo suficiente para decidirse a escribir y fortalecer su compromiso con sus ancestros. En la actualidad un veterano barco que se desliza por las aguas del pacifico norte lleva su nombre y entre los curiosos que actualmente se pasean por las orillas del viejo puerto de Annapolis en Maryland, fácilmente podrán encontrasen con la estatua de Alex Haley sentado y narrando sus historias a un grupo de niños de bronce, que entre sentados y acostados bocabajo, con el mentón apoyado entre las manos, petrificados en el tiempo escucharan por siempre sus historias.
Haley recorrió durante más de 10 años cientos de Archivos y bibliotecas que le pudieran indicar la llegada de su pariente del África, la clave la encontró en unos viejos documentos que indicaban el puerto de Annapolis.
El retirado guardacostas ingresará como escritor colaborador de la prestigiosa revista Reader’s Digest, más conocida en Latinoamérica como Selecciones. La publicación fundada en 1922 empezó a tener su versión en español en países como Cuba, México y Argentina. De esta publicación Haley llegará a hacer su Editor jefe.
Sus dos obras más populares serán la Autobiografía de Malcom X y la novela Raíces, que dio lugar a una serie de televisión convertida en una las producciones de mayor audiencia mundial.
Su encuentro con Malcolm X le ayudará a coescribir con éste su autobiografía en 1965, obra que se convertirá en texto fundamental para los nacionalistas negros que luchaban por los derechos civiles en los años sesenta. El libro fue elogiado por la crítica y adoptado como lectura obligada por los estudiantes de literatura e historia en Norteamérica.
Durante la década de los 60, Haley fue responsable de parte de las entrevistas más destacadas de la revista, por ejemplo, la que le hizo al líder del Partido Nazi Americano, George Lincoln Rockwell.
En la década de los setenta la cadena de televisión estadounidense ABC adquiere los derechos de producción de Raíces para una miniserie, basada en la obra de Alex Haley “Roots: The Saga of an American Family”. La serie recibirá 37 nominaciones, ganando 9 Emmys, un Globo de oro y un Peabody Award.
Sobre su búsqueda en archivos y bibliotecas expresó Alex Haley: “No había encontrado ni un solo barco que hubiera zarpado para Annapolis desde Gambia, cuando, durante la séptima semana, a las dos y media de la tarde, me dediqué a estudiar la hoja número 1.023 de registros. Era una ancha hoja rectangular y contenía las entradas y salidas de unos treinta barcos durante los años 1766 y 1767. Recorriendo la lista, llegué al barco número 18 y automáticamente leí los informes de las anotaciones.” La emoción de Haley se hizo patente al leer: “El 5 de julio de 1767 (el año que “vinieron los soldados del rey”) un barco llamado Lord Ligonier, había zarpado del río Gambia con destino a Annapolis, su capitán era Thomas E. Davies...”
Su ánimo se encontraba en una especie de shock emocional cuando recuerda que tomo su lápiz y con pasmocidad copió tranquilamente la información, guardó su libreta y salió de allí. A la vuelta de la esquina había un pequeño salón de té. Entró y pidió una taza y un acompañante de harina. Allí sentado, mientras sorbía la infusión y comía, comprendió que ése era el barco que había llevado de África a América a su mítico y legendario Kunta Kinte.
En el capítulo final de su libro Raíces aparece la siguiente anotación: “No recuerdo una experiencia más agotadora que mis primeras seis semanas de esfuerzos aparentemente inútiles e interminables. Pasaba los días enteros tratando de aislar un determinado barco de esclavos en un viaje determinado, en medio de ficheros y ficheros de miles de viajes triangulares hechos por los barcos negreros entre Inglaterra, África y Estados Unidos. Además de mi frustración, empecé a ponerme furioso al darme cuenta de que el tráfico de esclavos en su tiempo era considerado por quienes participaban en él como una industria importante, como la actual compra, venta y transporte de ganado. Había muchos documentos que nunca habían vuelto a ser consultados después de ser guardados; al parecer nadie había sentido la necesidad de revisarlos.”
En su acumulado de horas en archivos y bibliotecas Haley comenzó a sentir que su viejo rompecabezas del pasado comenzaba a tomar forma. Encontró la ruta del barco, el tipo de carga y hasta el número de esclavos muertos en la travesía. Como en la ruta de un sendero, un dato lo conectaba con otro. Palabras de Alex Haley: “Me di cuenta de que la abuela, la tía Liz, la tía Plus y la prima Georgia también habían sido griots o narradores orales a su manera. Mis apuntes contenían la centenaria historia de nuestro africano, vendido al amo John Waller, que le había dado el nombre de “Toby”. Durante su cuarta tentativa por escapar, cuando fue cercado y había herido con una piedra a uno de los dos cazadores profesionales de esclavos, le habían cortado parte del pie. El hermano del amo John, el doctor William Waller, le había salvado la vida; indignado por la mutilación, le había comprado a su hermano. Deseaba que hubiera algún documento de todo esto.
Fui a Richmond, Virginia. Leí montones de escrituras de venta, en microfilm, en el condado de Spotsylvania, Virginia, después de la llegada del Lord Ligonier, en septiembre de 1767. Al cabo de un tiempo encontré una escritura fechada el 5 de septiembre de 1768, en la que John Waller y su esposa Ann transferían a William Waller tierra y propiedades, incluyendo 240 acres de tierra arable. En la segunda página leí: “Y también un esclavo negro llamado Toby.”
Cuando la historia fue adaptada como una miniserie, Harold Courlander escritor y autor de una obra similar de nombre “El africano”, demandó a Haley y aseguró que algunas secciones de su libro fueron plagiadas del suyo. Rápidamente las partes llegaron a un acuerdo y la parte ofendida acepto una compensación.
En sus últimos años Haley se dedicó a trabajar en otra novela dedicada a su abuela Queen pero un repentino ataque del corazón frustro su terminación. La novela la concluyó un amigo suyo y su póstuma publicación corrió de cuenta de su familia.
Las obras de Alex Haley Han quedado para la historia de América como un legado, como una antorcha viva del pasado de la humanidad. Ahora África hacer parte de nuestro crisol de culturas y los afroamericanos tiene un pasado profundo y milenario que hoy es América y que viene navegando con el recuerdo y está presente y viva como la savia que alimenta las raíces y barbas de un inmenso árbol.
Frases de Alex Haley
- De todas las maneras posibles, la familia está unida a nuestro pasado, un puente hacia nuestro futuro.
- El racismo se enseña en nuestra sociedad, no es automático. Se aprende el comportamiento hacia personas con características físicas disímiles.
- Roots no es solo una saga de mi familia. Es la saga simbólica de un pueblo.
- Cada vez que una persona mayor muere, es como sí una biblioteca se estuviera quemando.
- La realidad es que escribir es un asunto solitario, privado y mal pagado.