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Maripaz Jaramillo, expresionismo a todo color

María de la Paz Jaramillo González nace  en Manizales capital del  departamento de Caldas. Cumplido un año de vida su familia se muda a  Bogotá. Pasa diferentes temporadas entre la Capital de Colombia y el territorio de la región andina como la  Virginia – Valle del Risaralda y como lo expresa la artista: “región que mi abuelo, el antioqueño Francisco Jaramillo Ochoa, ayudó a colonizar hace más de cien años.”  

La pintora y escultora colombiana  recuerda la finca, donde se escribió el libro del Risaralda, la cual era  visitada por jefes de Estado y funcionarios de alto nivel que consultaba a su  abuelo, un patriarca cívico y prohombre. La artista  tiene vividos los recuerdos de su abuela, Tulia Montoya Arbeláez, formada bajo la sombra de una familia culta y educada. Nacida  en Medellín, ciudad donde conoció a Francisco Jaramillo Ochoa y donde se casaron. De la relación de  sus abuelos y la vida de su padre la pintora expresa:  “Se instalaron en Manizales donde criaron a sus nueve hijos, de los cuales mi papá es el menor. Tulia amó tanto a su esposo que cuando él se ausentaba por viajes ella no se movía de la casa pues esperaba siempre su regreso. Construyeron un hogar muy lindo en el que el valor supremo fue la familia. Mi abuelo envió a dos de sus hijos a Estados Unidos para que terminaran el colegio. Esto hizo que mi papá, Gilberto Jaramillo Montoya, forjara carácter y se convirtiera en una persona muy independiente y de mente abierta. Mi papá vivió, desde sus trece años, cerca de Nueva York en la casa de unos amigos de la familia. Una vez terminado el colegio, hizo su carrera de Economía en la Universidad de Pensilvania, regresó al país a sus veintiocho años cuando la gente no entendía de qué se trataba su profesión, pues no había facultades de economía en Colombia.”

Las raíces familiares y su arraigo por la tierras andinas dejaron en la artista un hondo calado de recuerdos: “Mi mamá quedó huérfana desde muy joven cuando mi abuela murió del corazón (un mal que aqueja a la familia), poco después murió mi abuelo, entonces la enviaron interna a estudiar a Popayán. Cuando tenía quince años regresó a la casa de sus tías en Manizales y poco después encontró el amor. Algún día mi papá vio a una niña muy linda asomada en un balcón y ella vio a un muchacho muy guapo de sombrero voltiao en la parte de atrás de un carro. Cada vez que lo veía mi mamá decía: “está pasando el señor de la gorra”. Resultó que la niña linda era prima de una cuñada de mi papá y así fue como coincidieron en un té. Al verlo dijo: “¡No puede ser! Aquí está el señor de la gorra”. Se casaron y un año más tarde nació mi hermano mayor. Somos tres hijos, Juan Manuel, Clemencia y yo. Mi papá le llevaba diecisiete años, la consintió como a nadie, le dio mucho gusto y la cuidó como a una hija. Mi mamá, pese a tener tan solo dieciséis, era de gran carácter e hizo cosas que no eran usuales para su edad ni para la época. En mi familia tenemos alma de artistas, herencia de mi abuela paterna que tenía un pariente pintor formado en París; mi hermano, como lo hizo mi papá, escribió libros; a mi mamá le gustaba el jazz y todo lo moderno.”

Estudió en el Colegio Sagrado Corazón hasta quinto elemental cuando la expulsaron  por necia, aunque sus  padres  no se preocuparon por eso. Para completar su educación,  es enviada  con sus hermanos a estudiar a  Londres. De su estadía en Londres recuerda: “En el colegio nos llevaban a ópera, a ballet, a museos y a exposiciones, lo que me abrió las puertas al mundo artístico del que me nutrí. Y es que el arte, la literatura y la filosofía siempre fueron temas muy importantes en nuestra formación. Recuerdo que llegué a la casa de una condesa rusa, amiga de las amigas sicilianas de mi hermana. Ella había salido de su país escapando de la revolución, se casó con un egipcio que al morir le dejó la mansión de herencia que usó como medio de supervivencia alquilándola a estudiantes.”

Estudio diseño de modas y conoció a Mary Quant, la diseñadora que inventó la minifalda, prenda que le encantó y que uso a su regreso al país, generando todo tipo de escándalo en una sociedad que no estaba acostumbrada a ver más arriba de las rodillas. En Bogotá trabajó en modelaje y   se casa con Benjamín Barney arquitecto y profesor de Los Andes. Poco después, abrirá con su mamá “Cucú Boutique” donde con escasa tela diseñaban  minifaldas que la gente poco a poco fue empezando a comprar. Por medio de su hermano conoce al pintor Luis  Caballero quien la aconseja no continuar con el tema de la moda sino en el mundo del arte.  Ingresa a la  Facultad de la Universidad de Los Andes que en ese momento dirigía Antonio Roda.  Maria Paz recuerda que el Gran Luis Caballero le expreso a  Roda: “esta niña pinta muy raro pero usted la debe recibir”. La pintora recuerda las permanentes arremetidas contra su estilo: “Resulta que yo todo lo dibujaba al revés, es como si pintara a través de un espejo, porque soy disléxica. Esto sumó en mi trabajo pero también me generó mucho sufrimiento pues la gente se molestaba al considerar que lo hacía por rebelde.” Anclados en su memoria recuerda la influencia de  dos de sus profesores el de  Carlos Rojas y Umberto Giangrandi. De  Giangrandi recuerda la técnica del grabado y el  tema para su  tesis. Cumplido apenas los  veinte años y siendo todavía una estudiante,  gana el Premio del Salón Nacional de Artistas. Se muda con su familia a Cali la cual resulto ser otro ambiente, otro vapor para sus coloridas obras donde deambulan el baile, la música del caribe y el mundo afro.

Obtiene una  beca para estudiar en  París donde hace  un master en obra gráfica. Allá compartí con Luis Caballero, Antonio Barrera, Saturnino Ramírez entre  otros. También realiza estudios  en Italia y Londres, lo que imprime un sello particular a su obra a través del color. “Mi primera producción y con la que me di a conocer como artista, la hice en el taller de Umberto Giangrandi sobre la prostitución. Yo venía de Inglaterra donde las mujeres motivaron la liberación femenina y, al llegar al país, encontré esta situación social tan difícil que me motivó a que la pintara, además influida por Giangrandi que es muy sensible a estos temas que hacen parte de su obra. He sido muy contestataria y adopté una posición muy feminista (sin que crea en el feminismo a ultranza). Entrevisté a mis modelos y me encontré con que la mayoría provenían del campo, las botaban de la casa por haber quedado en embarazo y, desplazadas, llegaban a Bogotá para trabajar en las calles. Se turnaban entre ellas para cuidar de sus hijos, constituyendo una especie de guardería nocturna. En mi vida ha habido mucha alegría pero también adversidad. Hoy ya no me acompañan mis amigos que fueron muriendo, unos de sida, otros alcohólicos. Claro que mi dolor no lo he traducido en obra pero la escultura me ayudó por resultarme muy liberadora y terapéutica. Mi vida ha sido el arte pese a que en él también hay ciclos.”

La pintora en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín tiene su espacio entre los catálogos de arte que colecciona la entidad, además por sus raíces y ancestros antioqueños sus publicaciones se encuentran en la Sala Antioquia, por ser la artista y sus ancestros parte de los temas que cultiva la Sala, especializada en temas de influencia de la región antioqueña como lo hemos podido apreciar en sus múltiples referencias.

De ese escudriñamiento, porque hay mucho más de la artista que  se pueden apreciar: Catálogos, folletos y tarjetas de invitación y un libro. En todos ellos se registran sus más de 24 exposiciones colectivas y sus más de 15 exposiciones individuales, tanto nacionales como en el exterior.

Entre los diversos catálogos nos encontramos estos mojones interpretativos y descriptivos  de su obra:  

“Su obra es  una exaltación de lo popular, donde el baile crea una situación en la que predomina la sensualidad, el deseo y la coquetería, expresados en los gestos y en la proximidad de los cuerpos de dos parejas, aun cuando el protagonismo lo tienen las mujeres. La ausencia de trazos bien definidos, exigentes contornos, sombras y detalles, además del uso de colores vivos y luminosos y el exagerado contraste cromático, hicieron que María de la Paz Jaramillo fuera catalogada como una artista pop.”

“Su Caribe, su Caldas, su Medellín, su Cali. Maripaz no deja ni por un instante de ser colombiana, y aunque su calidad al pintar o su técnica infalible a la hora del grabado la pongan, sin dudarlo ni por un instante, en un plano internacional, sigue siendo la Maripaz de la brisa caribeña, del corazón que late a ritmo de tambores y de los hombros como dos maracas.”

”La identidad latinoamericana le brota a flor de piel. Y es que no se necesita ser nacionalista o trabajar con vírgenes, velas o tierra para querer a nuestro país, se puede ser enteramente colombiano con una identidad muy determinada y a la vez ser universal, ser también ciudadano de mundo. Alejandro Obregón, Fernando Botero, Beatriz González, Débora Arango y Carlos Jacanamijoy entre otros, la acompañan en esta exitosa y universalista identidad colombiana.”

“Porque lo importante es tener sello y honestidad, no importa si se está a la moda o no”. Identidad latinoamericana sí, pero no sólo como representación de una situación social o unos esquemas, se trata también de una estética: la parafernalia y el color no son sino colombianos; el trópico y el calor, pero también la moda.”

“Maripaz diseña y confecciona delicadamente cada joya, cada mirada, cada vestido, cada título; todo es parte de sentirse de aquí, de pertenecer. Es además una identidad que se pregunta por la identidad misma, se rehúsa al estancamiento y cuestiona una y otra vez todo lo establecido.”

“Una monja es también una mujer y tiene senos como cualquier otra, pero aún bajo el manto de grandeza que cobija a Maripaz, surgen rechazos, estallidos de moral, dogma y tontería: le prohiben exponer su pintura La monja en una exposición que realiza en México y en otra oportunidad le descuelgan su Bolívar y Manuelita en la Biblioteca Luis Ángel Arango.”

“Un proceso artístico es como una receta de cocina en la que uno pone un poquito de esto y otro poquito de aquello y de lo otro. Luego se mezcla. Algo de kitsch, algunas lentejuelas, un cierto tinte irónico, mucho humor y un poco de actitud expresionista; se ponen en la licuadora y resulta una marca, ese sello que es el Maripaz.”

Para el 2017 la artista monta su exposición de los abrazos, una serie dedicada al amor ausente por el mundo pero como siempre la pintora pinta con los colores y las tonalidades intensas de los jardines de su región como verdes, amarillos y rojos.

“Esta serie tiene lugar de día, colores muy fuertes opuestos, que generan un gran contraste. Mis constantes visitas al eje cafetero me han conectado con el campo y la naturaleza y estoy impregnada de vibrante verde. Quiero que la obra logre trasmitir ternura, amor en medio de este mundo de hoy en día está lleno de odios y desamor. Quiero que nos llenemos de alegría y trasmitir Amor, mucho Amor”. Maripaz Jaramillo.

Para este 2021 la artista preparó un calendario con algunas de sus obras de la Serie los abrazos. Ella misma reconoce el reto de reunir una obra dispersa en colecciones privadas. Expresionista o Pop la artista continúa alimentando un legado que la une con sus raíces más profundas de su tierra Colombia, con los tonos de guacamaya  de sus montañas y jardines y con el color profundo de la piel de sus figuras blancas, amarillas, mestizas, negras y mulatas.

  • “Cuando uno siente un estado de ánimo positivo, la paleta se alegra muchísimo.” Maripaz Jaramillo
  • “En el colegio nos llevaban a ópera, a ballet, a museos y a exposiciones, lo que me abrió las puertas al mundo artístico del que me nutrí” Maripaz Jaramillo
  • “Si bien he tenido varias relaciones, la única que no me ha defraudado ha sido la que he construido con el arte.” Maripaz Jaramillo
  • “Mi vida ha sido el arte pese a que en él también hay ciclos.” Maripaz Jaramillo
  • “Mis constantes visitas al eje cafetero me han conectado con el campo y la naturaleza y estoy impregnada de vibrante verde.” Maripaz Jaramillo
  • “Quiero que la obra logre trasmitir ternura, amor en medio de este mundo de hoy en día, lleno de odios y desamor.” Maripaz Jaramillo
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