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¿Quién lee a Virginia Woolf?

Virginia Woolf nace en Londres un 25 de enero de 1882.

Nos encontramos en el final de uno de los reinados de mayor duración de un monarca inglés, la reina Victoria, solo superada en tiempo por la actual monarca Isabel II.

Es también un periodo para que las mujeres vivan en familia y cuiden sus hijos, la esfera social es ante todo masculina y menos para el mundo de las artes, la academia y las letras. No va a ser fácil para una mujer ser parte del mundo literario como el que forjará Virginia Woolf. Hablamos también del periodo de industrialización y transformación de Inglaterra de una economía agraria por una industrial. 

Su verdadero nombre, Adeline Virginia Stephen, hija de Sir Leslie Stephen, editor, novelista, historiador y crítico literario. Su madre, Julia Prinsep Jackson, nacida en la India y vástago de una familia de intelectuales y artistas. Sus padres viudos contraerán nupcias y formarán una familia de ocho hijos, cuatro de su primer matrimonio y cuatro de la nueva unión, entre ellos la figura espigada y frágil de Virginia.  

Eran otros tiempos y aunque las mujeres carecían del derecho al sufragio, durante la Época Victoriana, ganaron el derecho a la propiedad después del matrimonio, a través del Acta de Propiedad de las Mujeres Casadas, el derecho a divorciarse y el derecho a pelear por la custodia de sus hijos tras separarse de sus maridos.

Virginia se educó en casa y, además, tenían recursos intelectuales para hacerlo. Sus hermanos mayores, varones, pudieron ir a la universidad, ella no. La propia Virginia escribió en su Diario que su padre, viudo de nuevo, creía que sus hijas tenían que estar a su servicio y cuidarlo. Los hermanos se criaron en un entorno muy influenciado por la sociedad literaria, artística y política de la época. Y por los libros. Su casa estaba llena de ellos.
La bibliografía de Virginia Woolf se compone de 22 títulos, todos con su sello laborioso, utilizando a menudo el monólogo interior. Por ello, fue comparada con James Joyce, aunque -paradójicamente- ella despreciaba al autor de “Ulises”, del que una vez dijo que era “sólo un obrero autodidacta”.
La representación interiorizada de la experiencia del personaje y sus acciones, son un rasgo inherente a la novela como género. Desde la fuerte introspección de los narradores autobiográficos de Daniel Defoe o las novelas epistolares de Samuel Richardson en los inicios de la novela, al característico análisis (más sutil, pero durísimo) de la emotividad y moralidad de los personajes de Austen, Elliott o Dostoievski en la novela clásica del XIX. Sin embargo, con el cambio de siglo, la novela se va desplazando cada vez más a representar la experiencia íntima, subjetiva, y el solipsismo que brota de conciencia de los personajes. 

Los textos de Virginia Woolf tienen como eje conductor a la mujer. En 1925 publica La señora Dalloway, el relato de un día en la vida de Clarissa Dalloway, una mujer de la alta sociedad. Junto a la historia en sí, la escritora refleja la condición de la mujer y la represión que sufría en la época, retratando la sociedad del momento. 

Con la muerte de sus padres la autora entra en cuadros de depresión y esquizofrenia. Serán varios los momentos en que querrá poner fin a su vida, algunos autores atribuyen además su depresión a situaciones de abuso y mal trato de parte de sus medio hermanos.

Corría el 28 de marzo de 1941, la escritora ya había adoptado el apellido de su marido Woolf, esa mañana escribió su última carta de amor y agradeciendo a su esposo por los hermosos años compartidos la novelista manifiesta su intención de acabar con su penosa vida. Ese día sumerge su cuerpo en el río con los bolsillos de su abrigo llenos de piedras para impedir salir a flote. 

Unos años antes de este suceso y luego de la muerte de su madre y la posterior muerte  de su padre y de algunos de sus hermanos, Virginia comienza a sentir sus cuadros depresivos, posiblemente por esta razón  Vanessa y Adrian, sus hermanos venden el número 22 de Hyde Park Gate y compran una casa en el número 46 de Gordon Square en Bloomsbury; donde se estableció con su hermana Vanessa –pintora que se casaría con el crítico Clive Bell– y sus dos hermanos en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y que sería conocido como el grupo o círculo de Bloomsbury. En Londres además realiza estudios en King’s College de Cambridge y King’s College de Londres, Woolf conoció a Lytton Strachey, Clive Bell, Rupert Brooke, Saxon Sydney-Turner, Duncan Grant y Leonard Woolf con quien contraerá nupcias, no importándole su condición social en 1912, contando ya con 30 años de vida. 

Para la década del 20 la autora de Orlando conoce a la escritora Vita Sackville-West, con quien mantendrá una relación sentimental primero y de amistad después, ambas les darán continuidad a sus respectivos matrimonios. Woolf se inspiró en Sackville-West para escribir en 1928 su novela Orlando. En ella, Virginia Woolf habla de temas de los que no se hablaba en aquella época: la sexualidad de la mujer y el ser homosexual, temas más livianos para esta época, pero marginal y abyecto para el conservadurismo post victoriano de su tiempo. Creó el personaje de Orlando, quien desde su nacimiento como niño va haciendo un viaje vital a través de épocas y lugares que incluye la transformación de hombre a mujer. El hijo de Vita Sackville-West dirá posteriormente del libro que era “la carta de amor más larga y encantadora en la historia de la literatura”.
Durante el mes de octubre de 1928, Virginia Woolf imparte distintas conferencias en las universidades femeninas de Cambridge. En estas conferencias aborda el espacio (tanto literal como ficticio) que las mujeres ocupan en el mundo de la literatura. A parte de la ironía, la emoción y la inteligencia, la mujer escritora requiere de una habitación propia; igual expresó: 


“El hombre tiene libre la mano para empuñar la espada, la mujer debe usarla para retener las sedas sobre sus hombros. El hombre mira el mundo de frente como si fuera hecho para su uso particular y arreglado a sus gustos. La mujer lo mira de reojo, llena de sutileza, llena de cavilaciones tal vez. Si hubieran usado trajes iguales, no es imposible que su punto de vista hubiera sido igual.”


Su aparición entre el mundo hispano fue tardía, solo un joven bibliotecario de Buenos Aires decidido a tocar y leer lo mejor de la literatura universal se atrevió a traducir su primera obra a la lengua castellana en 1937, aquel que también se sentía marginal, anunciaba, por la misma época, que su tradición no era la literatura nacional, sino la literatura de todo el mundo, ni más ni menos. “El patriotismo es la menos perspicaz de las pasiones”, dijo asimismo Jorge Luis Borges, una afirmación que Woolf también hubiera suscripto. La traducción de Borges ha sido sin duda una flor de loto en medio del fango de la censura y la prohibición. 

Así que la autora de Al Faro, Orlando, La señora Dalloway y Tres Guineas y sus abundantes textos epistolarios, cuentos y ensayos han empezado a llenar los anaqueles del mercado hispano de los libros con la carga de ser una de las escritoras de mayor valor del siglo XX. 

También ha sido una obra de teatro y un filme con el nombre “¿Quién le teme a Virginia Woolf?  quienes han hecho para estos tiempos de la figura de la escritora británica un mito y un símbolo de feminismo y el pensamiento emancipador del amor lejos y distante de los convencionalismos vitorianos.   

De la obra literaria de Virginia Woolf expresará Nora Catelli, escritora, crítica y ensayista argentina. Licenciada en Letras en la Universidad Nacional de Rosario y Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, para el diario el País España:  Virginia Woolf es “alguien que no retrocede ante ningún peligro y no distingue entre escritura e intimidad. Al contrario, desafía la intimidad en la escritura, a la que concibe siempre, en sus cartas y diarios, como un arrojarse al espacio de los otros, tanto ante el de los lectores como al de la sociabilidad familiar, casi tan exigente y feroz, en su caso, como la del campo literario.”

Así se anunció en el dos mil (2.000) por prensa española la aparición de una nueva obra traducida de la Woolf: “Acaba de reeditarse Tres guineas (Lumen, España), la obra más feminista y combativa de la novelista de Orlando. Ese ensayo, que denuncia el patriarcalismo, hizo que la escritora se enfrentara a la incomprensión de su propio esposo. Hoy, el pensamiento de Virginia sigue siendo una insolente utopía, a pesar de la lucha centenaria por los derechos de la mujer.”

El texto sin autor y publicado en el diario la Nación de España se refiere al contenido de Tres Guineas: “Este libro no es actual porque todavía es futuro: bosqueja una insolente y fresca utopía que todavía no hemos descifrado, que aún no estamos en condiciones de aceptar y mucho menos de realizar. Es un libro osado y mordaz, que se enfrenta con Sófocles, San Pablo y Freud con la misma fuerza y libertad con la que denuncia el fracaso de la universidad, la corrupción del mundo editorial -descripta en términos que parecen calcados de nuestros días- y la grotesca estupidez del belicismo. La tesis más fuerte de Woolf se funda en la conexión profunda de todas estas plagas, la contaminación que el patriarcalismo difunde desde el seno íntimo de la familia a toda la sociedad y viceversa: las últimas páginas son un potente, arrebatado y arrebatador manifiesto, fundado en un análisis audaz de las relaciones entre psicología social e individual, a favor de este argumento. Acaso sea éste el más apasionado libro de Woolf, el más profundo y resonante, el que prueba definitivamente que, más allá de la lírica inolvidable que desarrolló en su novelística, ella es también una poeta épica y satírica de estatura mayor en el siglo XX.”

Algunas de sus Obras: The Voyage Out, Noche y día, El cuarto de Jacob, Mrs. Dalloway, Al faro, Orlando, Un cuarto propio, Las olas, Carta a un joven poeta, El lector común, Flush, Los años, Roger Fry, Tres guineas, Between the Acts.

Es tiempo de leer y no temerle a Virginia Woolf. 

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