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Stefan Zweig ¿Cobarde o pacifista radical?

Debemos decláranos neófitos ante la obra de Stefan Zweig.

Es probable que al lecto le sean más familiares referencias como: El gran hotel Budapest de Wes Anderson o “La Paura donde Roberto Rossellini dirige a su esposa Ingrid Bergman. De la misma fuente beberá el director ovetense y Español Gonzalo Suárez para transportar a sus personajes al territorio biográfico de Oviedo express; también el afamado Patrice Leconte director francés que adaptará la novela Viaje al Pasado para hacer su relato cinematográfico “La Promesa. 

Cómo escritor Stefan Zweig posee una obra cuya prosa precisa, despojada y transparente ha dejado un generoso rastro en el cine; en especial su novela “Carta de una desconocida” una joya repetible, que puso en pie en marzo de 1948. Max Ophüls dirigiendo la belleza de Joan Fontaine, acertada elección que le da al centro de este melodrama romántico desgarrado y elegante. 

Stefan Zweig junto a Thomas Mann es considerado uno de los dos más grandes escritores del primer tercio del siglo 20. Nacido en Viena cuando aún ésta pertenecía al imperio austrohúngaro. Un humanista entusiasmado por el legado cultural que había recibido, “máxima expresión de felicidad y libertad”, según sus propias palabras;  como lo expresa en su relato autobiográfico “El mundo de ayer” donde afirma que había luchado como soldado alemán en la Primera Guerra Mundial. Obligado a migrar para la Segunda en su condición de judío. 

Zweig supo combinar una prosa bien escrita con una trama atrapante para diferentes niveles de lectura. Obras que a un primer golpe de vista parecen simples, pero que encierran profundas reflexiones y como si fuera poco, son el resultado de un biógrafo prolífico y sorprendente. 

Su progenitor Moritz Zweig, fue un rico propietario de una fábrica textil; mientras que su madre, Ida Brettauer, pertenecía a una familia de banqueros. Estas cómodas condiciones le proporcionaron al escritor ventajas económicas para dedicarse a su profesión de: escritor, traductor y biógrafo afamado, que sabía combinar la música, la historia y la literatura con  los constantes viajes. 

El acto de viajar es una constante en la literatura del escritor austriaco, como si el movimiento a bordo de un barco o un tren fuera una suerte de deus ex machina o dios de la máquina que contribuye a ordenar o dinamitarlo todo. El via­je será la antesala de la dicha o de la tragedia, pero so­lo una finísima línea las separa. En la amante ejemplar de Carta de una desconocida (Max Ophuls, 1948) reconstruye  una escena donde el personaje principal Joan Fontaine, inicia un trayecto imaginario en tren con su amado pianista, que transcurre entre estaciones improbables. So­lo allí, la siguiente estación a Río de Janeiro puede ser un pueblo Alpino de Suiza. Para el personaje el saberse acompañada por quien ama sin límites, mientras viaja por ese mundo irreal es su mayor felicidad, que se revelará tan grande co­mo fugaz. 

Luego de recibir su Doctorado en Filosofía Zweig reside un año en París. Después vive en Londres y viaja por España, Italia y Holanda, relacionándose con personajes como Rainer Maria Rilke, Auguste Rodin, William Butler Yeats o Luigi Pirandello, entre otros. Comenzó a escribir novelas y dramas durante este período, y se hace muy popular como escritor.  

De vuelta conoce en Leipzig a Kippenberg, el director de la editorial Insel. Fue amigo de Sigmund Freud y Richard Strauss. Coleccionó partituras manuscritas de sus músicos favoritos y siempre sintió miedo a envejecer. Realiza recorridos por  la India, Norteamérica y Panamá. En 1919 vuelve a Austria. 

Su primer ejercicio literarios fue la poesía de la que identificamos dos obras en este estilo. Entre sus primeras obras destacadas, el poema Jeremías (1917), en donde denunciará la locura belicista. 

Incursiona en el relato biográfico con diez y seis (16) obras  realizadas entre las que se destacan la vida de:   Fouché, María Antonieta, María Estuardo, Erasmo de Rotterdam, Magallanes, Balzac y Montaigne, libro póstumo; además de la lucha contra el demonio, Hölderlin, Kleist, Nietzsche y Tres poetas de su vida: Casanova, Stendhal, Tolstoi.  

Intercala la escritura de biografías con relatos de ficción, entre los que se cuentan: Ardiente secreto, Caleidoscopio, La estrella bajo el bosque, Los prodigios de la vida, En la nieve, El amor de Erika Ewald, La Marcha, La Cruz, Leporella, Amok o el loco de Malasia, Los ojos del hermano eterno, La confusión de los sentimientos, Carta de una desconocida, Buchmendel, Veinticuatro horas de la vida de una mujer, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón y Novela de ajedrez en 1941. 

Con el ascenso de los nazis abandona su país y se refugia en Inglaterra donde adquirirá la nacionalidad británica. Sus obras son quemadas y prohibidas por los nazis. Desde el exilio comienza a recibir solicitudes de asilo y a desesperar por su limitación e impotencia.  

Viaja en varias ocasiones a Latinoamérica y decide pernoctar y tomar como residencia Brasil. Allí conoce a la poeta de los Andes y Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral. Recorre varias naciones del Cono Sur y teme profundamente la victoria nazi sobre los Aliados. 

Es el 22 de febrero de 1942. Es una mañana soleada en Petrópolis Brasil. La casa donde viven Stefan Zweig y su esposa comienza a llenarse de personas, unos son las autoridades otros conocidos y amigos, entre ellos Gabriela Mistral quien solicita después de confirmar el deceso voluntario del escritor y su esposa, a uno de los presentes la lectura de una carta póstuma con el siguiente contenido

“Declaración por mi propia voluntad y en plena lucidez. Cada día he aprendido a amar más este país, y no habría reconstruido mi vida en ningún otro lugar después de que el mundo de mi propia lengua se hundiese y se perdiese para mí, y mi patria espiritual, Europa, se destruyese a sí misma. Pero comenzar todo de nuevo cuando uno ha cumplido sesenta años requiere fuerzas especiales, y mi propia fuerza se ha gastado al cabo de años de andanzas sin hogar. Prefiero, pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo trabajo cultural siempre ha sido su felicidad más pura y su libertad personal, su más preciada posesión en esta tierra. Mando saludos a todos mis amigos. Ojalá vivan para ver el amanecer tras esta larga noche. Yo, que soy muy impaciente, me voy antes que ellos.

Pero no todos fueron homenajes al ensayista, biógrafo, poeta, novelista, dramaturgo, traductor, conferenciante y libretista de ópera.  Todo un intelectual de primer orden. Su muerte generó debates en las voces de quienes vieron su suicidio como una claudicación. Thomas Mann, el referente más importante de la cultura germana, se preguntaba: “¿No conocía sus responsabilidades ante miles de seres, sobre los que su abdicación tendría un efecto arrasador? ¿Será que consideraba su vida como un asunto privado, diciendo ‘arréglense, yo me voy?”. 

En la intimidad de su diario, el autor de ‘La montaña mágica’ llegó a confesar que encontraba “la muerte de Zweig estúpida, débil y reprensible”. “Pero el propio Mann, 10 años después, volvió a escribir sobre él y su mirada era totalmente diferente”, expresa Maria Schrader, directora de ‘Stefan Zweig: Adiós a Europa’, el film biográfico que recoge los últimos años de exilio del autor vienés hasta el día de su muerte. 

Hoy las obras de Stefan Zweig vuelven a cobrar vida, gran parte de sus relatos están reeditados para una nueva generación que quizá sepan darle otros contextos a sus relatos y biografías. Como dirá el loco y filósofo alemán Friedrich Nietzsche parafraseando “La verdad sospechosa”, libro del mexicano Juan Luis de Alarcón y Martínez al decir: “No os preocupéis tus muertos gozan de perfecta salud.”      

Para el mes de noviembre la Biblioteca Pública Piloto de Medellín prepara un ciclo de filmes inspirados en la obra de Stefan Zweig y a sus lectores les esperan más de 109 referencias con obras relacionadas con este destacado escritor. 

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