Virus, ¡y las cosas pequeñas!
Medellín, marzo de 2020
Por: Georges René Weinstein
Taller de escritores
Apareció de repente,
como si nunca hubiese existido.
¡Mentira!:
casi tan viejo como los bichos
que dieron razón a la vida.
Razonable lo suyo
–igual que lo nuestro–
amoldarse al paisaje:
a los seres que habitan
el agua y el aire,
y el barro propicio
del que surgimos los dos;
¡lo ha ensayado
por millones de años!
¡Supervivencia lo suyo,
sobrevivencia lo nuestro!
El virus nos ha sosegado
y salvaguarda a La tierra:
obliga a juntarnos
–¡sin el roce de manos!–
a los que compartimos
la misma puerta y su llave:
recluidos en la jaula íntima
–colgada en una calle cualquiera
y marcada con símbolo propio–
el juego que ahora nos toca.
Nos distancian dos metros,
y al ocultar la nariz y la boca
quedan visibles los ojos,
para desear abrazarnos.
Lo primordial no son los cuartos:
las repetidas y frías baldosas
que tantas veces miramos,
y el techo que quiere caernos encima,
!son nuestras alas
ahora plegadas!
–por el desmedido suceso–
que vislumbran abrirse
y volver a volar.
¡No importa la fecha,
¡no existe prisa!,
¡fuimos hechos de tiempo!